Ágreda, un jardín histórico para el disfrute de los sentidos

A.P.Latorre
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Es visita obligada para relajarse y entrar en contacto con la naturaleza y la historia. Carmelo Campos cuenta las curiosidades

Ágreda, un jardín histórico par ale disfrute de los sentidos - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

El jardín renacentista del Palacio de los Castejón luce en su máximo esplendor en estos días de primavera, por lo que recorrerlo es un placer para todos los sentidos. «La gente repite la visita porque nunca se ve igual, es distinto aunque sea el mismo día y la misma hora que hace un año porque está en continuo cambio», comenta Débora Soriano, técnico de turismo de Ágreda. El Día de Soria ha querido contemplar de primera mano este original enclave, que en 2007 recibió el Premio al Mejor Jardín Histórico que otorga el Jardín Botánico de Madrid. Su origen es la construcción en el siglo XVI de un palacio como residencia de don Diego González de Castejón y Vinuesa, regidor de Soria y Ágreda, para cumplir la voluntad de su padre. Se convirtió el lugar de paso de reyes y nobles, es decir, un ‘hotel de cinco estrellas’ gratuito en tierras de frontera y de paso que dio relevancia tanto al marqués de Castejón como a la villa.

El palacio en sí es joya patrimonial y centro cultural, pero el jardín merece un capítulo aparte. «Es un cuadrado perfecto con las mismas dimensiones y proporciones que la edificación» y sigue las proporciones áureas (principio de la divina proporción), ya que en torno a la fuente central se distribuyen a la perfección los parterres, el teatro verde (con su escenario, gradas y bambalinas vegetales sobre un cuidado césped) y la zona de hierbas (plantas aromáticas, medicinales, culinarias y decorativas…), entre otros. 

El jardín renacentista ofrece un decorado espectacular compuesto de 200 especies vegetales que muchas personas escogen para los reportajes fotográficos de boda y comunión. Débora Soriano nos descubre algunas de sus preferencias, como las rosas con aroma a limón y los dos sonidos de la fuente central (sobre el agua y metálico). Recuerda, además, que un verano se organizaron visitas nocturnas sin luces, para que el visitante disfrutara de los sentidos del olfato y el tacto en este espacio histórico.

cuidados. Carmelo Campos, el jardinero encargado desde su recuperación en 2003, incide en que el tema da para mucho, al tiempo que nos recomienda el libro Desde el jardín, de Jerzy Cosinski (no es de jardinería, sino una novela) y explica que ya hay restos de cuatro jardines históricos en Ágreda. Su labor es, principalmente, retirar las malas hierbas, ordenar especies, recoger hojas, reponer bulbos, fumigar…, pero también la topiaria, lo que es dar forma a los setos recortándolos. Cada día se pone manos a la obra junto a su ayudante con las tijeras (de una y dos manos), el rastrillo para adecentar los pasillos, las máquinas más modernas como el cortacésped, el cortasetos y el soplador, además del trabajo manual, para que esté perfecto cuando lleguen visitas.

En el recorrido nos muestra curiosidades: la valla de mimbre viva que cada año se cambia y se trenza, el olor intenso de determinadas flores, los tomillos que se cambian cada tres años, el corte de rosa mosqueta en una época determinada para que florezcan… Nos detenemos en la sección de plantas medicinales, aromáticas, culinarias… que ya usaban los primeros propietarios y huéspedes del palacio. Corresponden a las épocas romana, medieval y renacentista y destacan: espliego, melisa, albahaca, monarda, aguileña, perejil, hinojo, ruda, campánula persicifolia… Como curiosidad, el jardinero comenta que la fresa como la conocemos hoy no existía aún en el siglo XVII, ya que se originó dos siglos más tarde en los jardines de Versalles con un cruce y la que había era la fragaria vesca. Otro dato curioso es que la digitalis purpurea se usaba para problemas del corazón. Las plantas eran un gran recurso.

El jardín barroco, denominado ‘de la memoria’ porque se ha reconstruido como la ampliación que fue del renacentista (lo querían más grande, como los marqueses de Paredes), tiene un eje de tilos y reloj astronómico de adorno, en homenaje a uno de los dueños aficionado a los relojes. Es más irregular y con parterres macizos. Y también tiene teatro de espejos para crear un lugar de juego y sorpresa. Hay plantas de la época del Barroco, como las dalias, que se trajeron de México tras el descubrimiento de América.