Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


¡Qué bien huelen los libros!

29/07/2022

Vuelve la Feria del Libro a la Dehesa. He asistido a unas cuantas en diversas ciudades y en ninguna he visto casetas tan bonitas como las de la feria soriana. La madera me invita mucho más a la lectura que la chapa galvanizada. Además de que estéticamente son divinas, se integran con el parque y sintonizan con la vegetación, no como las metálicas que resultan frías, inapropiadas y vulgares. Es un placer darte un garbeo a media tarde por la dehesa, cuando empiezan a caer las sombras de los olmos y de los castaños de indias, yendo de caseta en caseta, hablando con los editores y libreros, comprarte un libro (o varios) y tomarte una cerveza bien fría en el Kiosco. Es la Feria del Libro punto de encuentro con amigos, conocidos o desconocidos que dejan de serlo cuando empiezas una conversación inicialmente literaria y que deriva vete tú a saber dónde: a los calores, a los incendios, al atajo de frívolos impresentables que no se responsabiliza de los incendios, a los pueblos vacíos que se llenan falsamente cuatro días en verano, a la niñez estival con cuadernos Santillana, a los helados del Fuentes que ya no podemos disfrutar, a la muralla recién restaurada, a las piraguas que surcan el Duero como si fueran hilvanes de colores, a la pandemia con su antes y su después, a los conocidos comunes (que en Soria siempre los hay), al periodismo que siempre está en su peor momento, a los largos inviernos que ya no son lo que eran, a la cantidad de pisos vacíos que hay en Soria, a los tiestos con marisco del Lázaro, al llavero, que no sé dónde guardo, con un trozo del antiguo árbol de la música, al último libro que he leído y que me ha encantado, a los libros que no me dará tiempo a leer, aunque viva cien años con o sin soledad, al limonero que planté en una maceta hace dos veranos, al cementerio de las botellas, a lo rápido que pasa la vida o a cómo te arrastra la vida por donde quiere, al último artículo de Maruja Torres, a los viajes exóticos y los convencionales, al imaginado sonido de las bombas, al imaginado olor de la guerra, a lo que ha subido la vida (nadie dice inflación) o a tantas veces que nos preguntan por los torreznos a los que vivimos fuera de Soria. Conversaciones infinitas en torno a un libro, a una caseta de madera. Conversaciones que no quieres que se acaben, porque son las que dan sentido a la vida, a los días de verano, a las tardes estivales con olor a libros. ¡Qué bien huelen los libros!
Que la feria lograse encontrar su espacio y su tiempo, la dehesa y agosto, fue todo un acierto del Ayuntamiento, de Bárez, ese hombre entrañable e imprescindible desde hace años en nuestra vida cultural. Un doble atino después de que, inicialmente, las casetas y las actividades paralelas de Expoesía fueran dando tumbos por el calendario y las calles céntricas de esta Soria tantas veces elegida, cantada y encantada por poetas, escritores y lectores.