El honor de ser capitanes de la Virgen del Pino y San Roque

A.P.L.
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Carlos Hernández Asensio y Jorge Nieto Revuelto, al mando de las cofradías de casados y solteros

El honor de ser capitanes de la Virgen del Pino y San Roque - Foto: VALENTIN GUISANDE Valentín Guisande Sancho

Tras dos años de pausa, Vinuesa vuelve a celebrar sus fiestas en honor a la Virgen del Pino y San Roque, con tradiciones tan populares como la Pinochada (16 de agosto) y la Pingada de los Mayos (14 de agosto), pero con otros actos más íntimos y emocionantes como la Ofrenda de la Vela (15 de agosto) a la patrona. La celebración, de Interés Turístico de Castilla y León, rememora la lucha entre Vinuesa y Covaleda por la imagen de la Virgen y cómo, en el momento en el que iban perdiendo los primeros, las mujeres acudieron en su ayuda y así ganaron la batalla.

Son las cofradías de la Virgen del Pino (los casados) y San Roque (los solteros) las que llevan el peso de la fiesta. Los principales cargos de responsabilidad anuales son los de capitán, alférez y sargentos, provistos de sus bastones, banderas y picas para los actos de la fiesta, además del atuendo de piñorros. Sus orígenes están en órdenes militares.

preparar los mayos. Juan José Nieto Llorente, precisamente el padre del mayordomo de San Roque este año, prepara desde hace 40 años los cajones de los pinos que se pingan en las fiestas en la plaza Mayor y la plaza de la Soledad, uno por cada cofradía, que pingarán unos 50 mozos del pueblo. Este sábado, 13 de agosto, los vecinos de Vinuesa se trasladarán al paraje de Los Boscos para coger dos mayos bonitos, es decir, «que estén derechos y no tengan curvas», también que sean parecidos entre sí. Suelen medir unos 25 metros de largo y pesar entre 800 y 900 kilos. «Se cortan, echando antes un poco de anís en la base, y se sacan con carros de bueyes, como se hacía antes, para no perder la tradición», explica. Es un acto que cada año cuenta con más asistentes y «hay muy buen ambiente», brindando a los capitanes y compartiendo anís y pastas.

El honor de ser capitanes de la Virgen del Pino y San RoqueEl honor de ser capitanes de la Virgen del Pino y San Roque - Foto: VALENTIN GUISANDE Valentín Guisande SanchoTras el almuerzo, se emprende camino al pueblo y Juan José, que siempre ha trabajado en el monte, prepara los cajones con los mayos del año anterior para colocar los nuevos. Los corta con hacha y hace la cuña para que entre justo. Cuando se pinga el pino, se va tirando de las cuerdas para enderezarlos. «Es una paliza, pero se hace muy a gusto porque es para el pueblo», indica el visontino sobre la preparación de los mayos, que permanecerán en las plazas hasta el 24 de agosto. «Es uno de los actos más bonitos de las fiestas que estamos manteniendo como lo hacían nuestros antepasados», añade este vecino, orgulloso de llevar a cabo esta importante labor. Así que la tradición se vivirá de nuevo con la participación de los mozos, que «ya están aprendidos». Se irán metiendo aspas y tirando de las cuerdas hasta aupar el pino mayo de 2022.

las mujeres, en lucha. En Vinuesa también conocemos a Sara Hernández, que es hija del capitán de la Virgen del Pino, y Laura Antolín, visontinas que el 16 de agosto lucirán el traje de piñorra y participarán en la popular Pinochada. La primera se ha vestido desde niña pero 2022 es especial, porque su madre ofrece la Vela y porque estarán todas las mujeres de la familia, ella y su hermana y sus dos sobrinas. «Lo tenemos todo preparado ya y colgado», explica mientras nos muestra en su casa la indumentaria y la coloca cuidadosamente en las escaleras junto a un portavelas típico para que tomemos imágenes.

Algunas piezas son antiguas, como el mantón de la bisabuela y el delantal de su madre, aunque otras las van renovando. Nos cuentan, como curiosidad, que no pueden aprovechar los jubones (los de Pinares llevan los puños rojos), porque las mujeres de antes eran más menudas. Para Sara, «esa mañana es todo emocionante, desde que te vistes, preparas el pinocho, la procesión... Es una mañana diferente».

Por su parte, Laura también es piñorra en la Pinochada desde que era niña y solo ha fallado cuando nacieron sus hijas, que ahora le acompañan. Ella también heredó el mantón de su bisabuela, uno de los pocos que hay con bordado en negro. Como visontina es un orgullo formar parte de esta tradición, pero también «es un momento para recordar a los que no están y se les echa de menos». Ella recuerda que era a su padre a quien miraba tras terminar y que él le llevaba esa mañana el pinocho (ahora lo hace su marido). «Es el único día en que mandamos las mujeres. Bueno... mandamos algunos más», comentan divertidas las piñorras visontinas.

CARLOS HERNÁNDEZ ASENSIO, LA VIRGEN DEL PINO

Los casados tienen como representante a Carlos Fernández Asensio (visontino de 78 años), el capitán de la Cofradía de la Virgen del Pino, a la que pertenece desde hace 51 años, cuando se casó. El popular panadero (ha sido la cuarta generación del negocio que ahora llevan sus hijos) acude a la entrevista con su bastón de mando, mostrando la simbología de la hermandad. ¿Cuál es su misión en las fiestas? «Ordenar a los más jóvenes», contesta. «Para los capitanes es un gran orgullo poder ayudar y servir, representar al pueblo en las fiestas ante visontinos y visitantes», indica. ¿Y cuál es el acto más importante para un capitán? La Ofrenda de la Vela a la Virgen que hacen con las capitanas, en su caso, su mujer, Felisa Peirotén, a la que hace especial ilusión esta labor encomendada. «Es un día especial con el que toda mujer visontina sueña», explican los responsables de las cofradías, quienes reseñan que la Vela que se porta es de cera virgen y se elabora artesanalmente. Los estatutos de la Virgen del Pino se remontan a 1695, apunta Carlos, quien muestra un librillo con las normas de la cofradía. Las plazas están limitadas a 50, pero son actualmente 28, incluido el alcalde, Juan Ramón Soria (desde que se casó en 2011), que está deseando recuperar las fiestas con total normalidad después de la pandemia. El más mayor es el hermano del capitán, José Luis, quien este año es alférez, uno de los cargos de responsabilidad que se nombran junto a dos sargentos. Antes de las fiestas celebran un cabildo, en el que se deciden los cargos del próximo año. «Somos previsores», bromea. En Semana Santa también se reúnen y participan en las procesiones y el revoloteo de banderas. En Navidad suelen juntarse a cenar, cuenta Carlos animado. Los cofrades portan un estandarte y una bandera, mientras que los escudos tan solo los usan en la Pinochada, cuando visten el traje de piñorro de paño merino marrón y rastrojeras (ahora tienen que encargarlas y las hacen a medida). Algunos son propiedad del Ayuntamiento y otros suyos. En la Pinochada, que no se ensaya nunca porque lo tienen ya muy interiorizado, «los abuelos dirigimos y marcamos las pautas», relata. Recuerda anécdotas como la nieve cayendo mientras bailaba en la Pinochada cuando era niño o a las mujeres con abrigos. Y nos enseña con orgullo la iglesia de la Virgen (su padre era organista y él hace de sacristán), el decorado perfecto para los actos festivos.

JORGE NIETO REVUELTO, SAN ROQUE

La cofradía de san roque, la de los solteros, tiene este año como capitán a Jorge Nieto Revuelto (visontino de 36 años), de familia con gran tradición en el trabajo en los montes pinariegos. Lleva doce años en la cofradía y para él es un honor ostentar este cargo de responsabilidad, que le permitirá ofrecer la Vela junto a Helena Ramos. Después se canta la Salve en una iglesia repleta e inundada de emoción y fervor a la patrona. Actualmente en la cofradía son 50 componentes, el tope permitido, e incluso hay lista de espera. La edad mínima para entrar se estableció en ocho años y son muchos los jóvenes que han entrado en los últimos años, aproximadamente un 60%. «Los más mayores somos unos diez», comenta el capitán, orgulloso de que haya relevo tanto entre los vecinos y jóvenes con raíces en Vinuesa. Él también acude con su bastón, adornado con cintas, y asegura que esta cofradía de los solteros rinde órdenes a la de la Virgen, que sería la «matriz», ya que surgió después. Aunque la Pinochada y la Pingada del Mayo sean más populares, coincide con otros visontinos en que lo más bonito es la Ofrenda de la Vela a la Virgen, el poder entrar por la iglesia ante la atenta mirada de todos los asistentes, ya que la iglesia ese día está abarrotada y, a pesar de tener un gran tamaño, se queda pequeña... Del Baile del Respeto (16 de agosto, tras la misa) nos cuenta que los cargos bailan la jota ante las autoridades y el cura, y se brinda. «Van saliendo los capitanes y sus cargos, pero también los entrantes. El último que baila, el sargento de San Roque, tiene que elegir para bailar a cualquiera -excepto el cura- que no puede rechazar la invitación», detalla. Como capitán ha escogido al alférez (Javier Pérez) y a un sargento y, a su vez, el alférez a un sargento. Y hablamos con él también de la gran vistosidad de la Pinochada, con los hombres dispuestos en dos filas, en solteros y casados, y después la irrupción de las mujeres, en la misma organización, para propinar después los típicos pinochazos. Está también muy marcada la recogida de casa el día de la Ofrenda de la Vela a los capitanes para rezar el rosario por las calles y las capitanas no pueden hablar hasta el brindis del refresco. Son normas de las cofradías que se siguen cumpliendo y se mantienen con el paso de los años. Además, están los actos más populares, como la becerrada y la caldereta.