La Rasa, de remolachero y ferroviario a manzanero

A.P.L.
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En La Rasa, uno de los barrios de El Burgo de Osma, conocemos su pasado vinculado al ferrocarril y la remolacha y su presente y prometedor futuro gracias a la llegada de la empresa Nufri

De remolachero y ferroviario a manzanero - Foto: E.G.M

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La Rasa

En La Rasa, uno de los barrios de El Burgo de Osma, conocemos su pasado vinculado al ferrocarril y la remolacha y su presente y prometedor futuro gracias a la llegada de la empresa Nufri y la puesta en marcha de la mayor plantación de manzanos que hay en Europa y la segunda del mundo.

Hasta 1965 La Rasa era una pedanía de Osma y a partir de esa fecha pasó a ser una localidad agregada del municipio de El Burgo de Osma-Ciudad de Osma, comenta Luis Cuesta, nacido en esta localidad y concejal burgense. «Llegó a tener 300 habitantes. En el colegio éramos más de 70 niños. Había una veintena de ferroviarios y el resto trabajaban en una empresa de agricultura», expone haciendo referencia a que «era un pueblo con mucha vida».De los 13 municipios de El Burgo, La Rasa es el único por el que ha pasado el tren, en el que había cine (solo tenían la villa episcopal y este pueblo de toda la provincia). Allí llegó a haber dos colegios (cuando estaban llenos los alumnos acudían al de Navapalos) y funcionó una gran fábrica de remolacha que daba trabajo a vecinos de toda la zona. También hubo un campo de aviación (donde está ahora la plantación de Nufri), «de donde partió la legión Cóndor que bombardeó Gernika». 

Sobre el tren, por allí pasaban la Valladolid-Ariza (dos trenes al día) y la Salamanca-Barcelona (otros dos), además de un convoy de mercancías diariamente. «El tren se cerró en 1985, curiosamente un año después de inaugurarse el silo...», por lo que el pueblo «pegó un bajón importante» coincidiendo también con el cierre de la empresa agrícola, por lo que la gente se marchó a vivir a El Burgo. En 2008 Nufri llegó por casualidad a La Rasa, «habían ido a Lerma para mirar terrenos y los les habían convencido, pero a la vuelta pararon aquí y se encontraron con esta finca» en la que decidieron invertir. 

Y, continuando este repaso a la historia de La Rasa, Luis Cuesta recuerda que allí nació Marcelino Camacho, mítico sindicalista.En la casa familiar hay una placa conmemorativa y la travesía también lleva su nombre. 

El concejal nos muestra los edificios más emblemáticos del pueblo y los que Nufri ha rehabilitado para viviendas de trabajadores manteniendo su esencia. Contemplamos la iglesia centenaria de San Antonio de Padua, el cine, las antiguas escuelas, la impresionante estación, el cuartel de la Guardia Civil... y la casa de Camacho, en la que igualmente nació Cuesta. Su madre era de Vildé y su padre, ferroviario también, de La Rasa, y recuerda que su habitación «retumbaba» al paso del tren. «Cuando estaba aquí la fábrica de remolacha, no había ni puente, se cruzaba en barca y había barqueros en Navapalos e Ines», rememora. Otra curiosidad es que el equipo de fútbol más antiguo de la provincia, el Sporting Uxama de El Burgo, el que más años lleva en competición de forma continua (incluso más que el Numancia y porque el Arcóbriga no estuvo de seguido durante tantos años), jugó varios años en La Rasa. 

el gran motor de la zonaRETENER EL TALENTO JOVEN

En Nufri nos recibe JuanCarlos Miranda, director de la plantación, quien nos explica la evolución de la firma en La Rasa y la expansión de cultivos.En manzanas «estamos ya bastante fuertes» y los viñedos «tienen un gran potencial y queremos seguir creciendo». «Esto fue un centro de colonización, después pasó a manos privadas y montaron una azucarera, mi abuelo trabajó aquí hasta 1936. Después pasó por varios grupos hasta Nufri», dice señalando en la gran imagen de una de las paredes de la empresa las partes que se conservan y, por ejemplo, el pequeño museo. «En 2009 comenzamos a plantar los primeros árboles», recuerda el ingeniero, porque al principio el proyecto era una pequeña finca de 400 hectáreas. En la actualidad se están ampliando cámaras para dar cabida a todo lo que se produce.

En cuanto a los trabajadores, «cada año se queda más gente» y ahora hay viviendo en La Rasa unas 50 personas de continuo en las casas habilitadas, además de que las familias han ido comprando en el pueblo. «A partir de mayo se llega a 200 y este año hemos estado con 500 viviendo aquí, aunque trabajando se superan los 1.000», por lo que se van a seguir habilitando edificios. En esta firma se colocaron muchas personas de más de 50 años que se quedaron sin empleo en la crisis de 2008, del sector de la madera y la construcción. «Muchos tienen puestos de responsabilidad y se han jubilado aquí», subraya Miranda, refiriéndose a que hay 150 personas trabajando en el almacén en plena actividad que nos muestra. Ahora hay empleados de toda la comarca de la Ribera y últimamente más de Soria, desde que se ha abierto un nuevo tramo de la A-11 y porque la capital no está en el mejor momento laboral.

Nufri, junto con Huff (en El Burgo), tiran de la economía de la comarca y aportan «tranquilidad laboral», siendo una de las zonas más pujantes de la provincia a nivel empresarial. Y una cuestión importante que remarcan Luis y Juan Carlos es la posibilidad de «gente joven preparada» que ha podido asentarse en la zona, como Rafael, Mónica, Milagros, Gema, Victoria,Ester, Montse... «Con su formación y sin una empresa como Nufri, no estarían aquí. Han visto que hay empleo para ellos (muchos son ingenieros), que es lo que también precisa esta empresa porque está implantando sistemas tecnológicos innovadores. Retener talento es precisamente lo que busca la provincia de Soria y La Rasa es ejemplo de ello. 

Se está sacando mucha fruta para Inglaterra y lo demás se destina a grandes superficies. La manzana marca el futuro de la zona y desde El Burgo se promociona desde hace dos años el producto en jornadas y carreras (a pie y montaña). También se hizo una marcha dentro de los manzanos, para recaudar dinero para los refugiados ucranianos que llegaron a El Burgo.«Nufri colabora con todo», destaca Luis Cuesta, como la marcha que se organiza en el puente de diciembre a beneficio de la AECC. Hay que destacar, además, hay un tren turístico que hace una visita por la plantación de manzanos y por la fábrica. Nos despedimos de Luis y Juan Carlos que tras entrenar el primero al segundo, fueron compañeros en el Uxama y, de aquella época, guardan muy buenos recuerdos.

TRABAJAR EN LA PLANTACIÓNDE REGRESO AL PUEBLO

También hablamos, ya en el pueblo, con Hassum Traoer, de Mali, que trabaja en Nufri desde hace cinco años, primero en el almacén de Belver de Cinca (Huesca) y desde hace un año en la finca de La Rasa. «Mi historia para llegar a España es muy larga» y «he trabajado siempre en el campo, de temporero moviéndome por distintas zonas». «Me gusta este trabajo en la plantación de manzanas, puede parecer duro, pero no lo es tanto», comenta diciendo que ya se ha adaptado al clima soriano. Vive en una casa de alquiler de la empresa y destaca las condiciones laborales en Nufri, en trato humano y acogida de trabajadores. Los cerca de 200 empleados que hay, comenta, se organizan en unas 30 cuadrillas y hay seis personas en cada una, explica Hassum. Hay gente que lleva 20 años viniendo a recoger fruta a La Rasa y siguen, lo que dice mucho, y hay trabajadores de muy diversas nacionalidades, como Colombia, Bulgaria, Senegal, Mali, Rumanía...

Hassum ha ido a visitar a Murci, que nos abre amablemente las puertas de su casa (en las 'sociales') para contarnos la historia que le une a La Rasa y Navapalos. «Mi mejor regalo ha sido Soria», comenta este popular murciano que no para de sorprendernos con sus anécdotas. Llegó en 1991 para hacer un curso de formación, de ecología del hábitat, en el proyecto Navapalos, viviendo primero cuatro años en la estación de tren de La Rasa, que funcionaba como albergue, y después en el citado pueblo. «Estuve allí 14 años de mi vida, diez en solitario, durante todo el invierno porque a partir de julio y agosto llegaban los que participaban en los campos internacionales de trabajo y cursos de desarrollo sostenible», comenta alabando aquella experiencia pionera «multicultural» para recuperar sistemas tradicionales de construcción. 

En 2009 regresó a La Rasa y comenzó «una nueva vida», de la paz y la soledad que suponía vivir solo en un pueblo a vivir en un adosado de 'protección concertada' con vecinos. «Yo en Navapalos escuchaba el sonido de la naturaleza y aquí el llanto de mis vecinos cuando eran bebés..», comenta incidiendo en esa comparación. En su día a día trabaja en el servicio municipal de aguas de El Burgo y, dado su carácter afable y abierto, comparte momentos con los vecinos y hace diferentes rutas por los alrededores, siempre en contacto con la naturaleza y con la oportunidad de observar especies como corzos y jabalíes. «Cuando hay luna llena salgo a pasear por la noche, es una gozada», comenta. Sin duda, un lugar con un prometedor futuro ligado a la agricultura que merece la pena conocer y que cuenta con una casa rural para poder hospedarse.