El campo soriano se hace viejo

N.Z.
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La edad media de los agricultores sorianos es de 61 años. No hay relevo en el sector primario soriano: solo un 4% tienen menos de 35 años

El campo soriano se hace viejo - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Mart

El campo soriano se desangra lentamente. En la última década han desaparecido 704 explotaciones en la provincia, un 13,5% de las que había en 2009. Pero, si echamos la vista atrás hasta 1999, el desplome es aún más alarmante:en los últimos 21 años Soria ha perdido 3.910 explotaciones, casi la mitad (el 46,5%) de las que tenía a finales del siglo pasado.

Los datos proceden del último Censo Agrario que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística, con datos relativos a 2020. El estudio, en el que se lleva trabajando desde hace años, ofrece una 'radiografía' del sector que pone de manifiesto que la situación de Soria es incluso peor que la media nacional ya que, en España, el número de explotaciones fue de 914.871 en 2020, un 7,6% menos que en el censo de 2009. En Soria, la pérdida ha sido casi del doble. 

Hay menos explotaciones, pero más grandes. De hecho, la superficie agrícola utilizada ha crecido en Soria  un 0,8%, pasando de 461.428 hectáreas en 2009 a 465.325 en 2020. A nivel nacional, aumentó un 0,7%, hasta los 23,9 millones de hectáreas.

Las explotaciones se han dimensionado para tratar de ser más competitivas, y esto explica que la superficie media de las explotaciones sorianas supera ahora las 100 hectáreas, frente a las 88 que tenían  hace una década y las 56 hectáreas (de media) de finales de los años 90. 

También ha ocurrido a nivel ganadero. A pesar de que el número de explotaciones se ha reducido un 14% en la última década, el número de cabezas de ganado ha crecido un 9,8% respecto del censo de 2009.

El trabajo en el campo se ha «dimensionado» y, también, modernizado, tecnificado y profesionalizado. Sin embargo, esta evolución «tampoco garantiza la viabilidad», alertan las organizaciones agrarias sorianas, lo que compromete la viabilidad y continuidad de las 4.496 explotaciones que todavía resisten. 

«El descenso del número de explotaciones supone una pérdida de trabajadores agrarios que preocupa, porque además en Soria la población es escasa y envejecida», sintetiza el coordinador provincial de Coag (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), Alfredo Cabrerizo, consciente de que menos opciones laborales en el campo suponen menos alternativas de vida en el medio rural y, con ello, una herramienta menos para luchar contra el eterno problema de la despoblación. 

La foto fija y la evolución del sector a nivel provincial «preocupa» al portavoz de Coag porque «todo se ha enfocado a una mayor dimensión de las explotaciones» y, avisa, eso puede esconder también cierto «error» ya que, «al final, se trabaja más con unos márgenes más escasos». «Ahora parece que la solución es tener explotaciones más grandes y buscar la reducción de costes a través de las nuevas tecnologías, de una nueva organización de los sistemas productivos... pero no es sencillo porque la maquinaria agrícola tiene unos precios altos y es difícil asumir ahora una gran inversión porque va a resultar complicado rentabilizarla», explica. Y, a esto hay que sumar además el incremento de los costes, «del precio de los fertilizantes, del combustible...». «Antes la rentabilidad era mucho mayor. Ahora, en muchos casos, es muy complicado sacar adelante los números», sentencia. 

Ni siquiera las ayudas al sector son una garantía para rentabilizar las explotaciones. «Las ayudas te garantizan en algunos casos unos ingresos mínimos, pero ya estamos en un punto (por el aumento de costes de los arrendamientos, del abono, de los fertilizantes...) que, en muchos casos, no cubren ni los gastos mínimos, y con las ayudas no se llega ni al objetivo principal, que era el mantenimiento de una renta agraria». «Las ayudas están ahí y son fundamentales para sobrevivir, pero en muchos casos ni con las ayudas se consigue sacar adelante la explotación», avisa Cabrerizo. 

En la misma línea, el secretario general de UPA (Unión de Pequeños Agricultores) Soria, Raúl Ramírez, apunta que «las explotaciones se han dimensionado pero eso ha exigido inversiones altísimas, lo que ha acarreado endeudamientos exagerados para un rendimiento que está lejos de cualquier otro negocio. Ycon los precios de los insumos que el sector tiene que soportar hoy en día... los números no salen», avisa.  

También el presidente de Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) Soria, Carmelo Gómez, califica de «barbaridad» la evolución que ha sufrido el campo soriano y el desplome en el número de explotaciones, que justifica en la «escasa o nula rentabilidad» y en las «trabas» que «soporta» el sector (a nivel administrativo, medio ambiental...), lo que provoca «una gran incertidumbre» que hace «cada vez más difícil» apostar por vivir del campo. 

No obstante, aboga también  por buscar «el lado positivo» ya que, puntualiza, ese «dimensionamiento y modernización» del sector ha supuesto que hoy se «pueda defender un poco mejor» y, sobre todo, «se ha ganado en calidad de vida». 

tierra cerealista. El campo soriano ha cambiado, pero hay señas de identidad que perduran. Según muestra el Censo Agrario 2020 y su comparativa con los anteriores (de 1999 y 2009), Soria era y sigue siendo tierra cerealista. De hecho, casi el 60% de la superficie agraria utilizada se dedica al cultivo de herbáceas. El resto son pastos permanentes, frutales, olivar, viñedo, huertos para consumo humano... y, en menor medida (doce hectáreas), invernadero. 

El secano se impone en Soria, aunque los profesionales reconocen que hay sectores con mejores perspectivas, como el regadío, lo que ha provocado que, aunque las explotaciones de regadío se han reducido en Soria de 1.940 a 1.367 en la última década, la superficie regable ha crecido un 43%. De 10.359 hectáreas de aprovechamientos de tierras labradas en regadío que había en 2009 se ha pasado a 14.862 hectáreas con instalación de riego al aire libre en 2020.

«El regadío asegura una producción que no asegura el secano, pero en Soria sigue dominando el secano porque Soria tiene el hándicap de que no todo se puede hacer regadío. Por eso, donde se puede, hay que apostar por modernizar y ampliar», considera el coordinador provincial de Coag. Alude así a las limitaciones para la expansión del regadío en Soria. «La Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) ya ha dejado claro que no se pueden plantear nuevos regadíos porque primero tienen derecho los que ya están consumiendo y, luego, si queda algo, ya veremos. Eso es muy duro porque aquellas tierras donde hay inversiones importantes en modernización y ampliación del regadío son rentables y dan muchos puestos de trabajo. Lo vemos en La Rioja, Navarra... y eso es vida en los pueblos. Pero, con las expectativas que nos da la administración, aquí esa opción la tenemos coartada», denuncia al respecto el secretario de UPA Soria. 

«Somos la provincia con menos regadío de España», lamenta el presidente de Asaja, quien critica que «no dejen» aumentar el terreno regable ya que, avisa, «si tuviéramos regadío, podríamos tener más futuro». 

¿el fin? del ovino. En ganadería, el último Censo Agrario ofrece una 'fotografía' con luces y sombras. Hay sectores al borde del abismo, como el ovino, donde la cabaña se ha reducido un 61,5% en las últimas dos décadas y, si nada ni nadie lo remedia, este sector, que llegó a ser seña de identidad de la provincia, «no desaparecerá pero pasará a ser algo testimonial», aventura Cabrerizo, quien asume ya que la ganadería extensiva tal como se ha conocido tradicionalmente tiene los días contados.