La crisis de los microchips asfixia la automoción soriana

EDS
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Las visitas a concesionarios bajan «más de un 50%» respecto del año pasado. Se vende menos y, además, los pedidos se demoran, «como mínimo, seis meses»

La crisis de los microchips asfixia la automoción soriana - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Mart

Llueve sobre mojado en el sector de la automoción. Tras el parón sufrido en 2020 por la pandemia, y cuando parecía que el sector ya remontaba, llegó la crisis de los microchips. Ahora, se suma la extensión de la guerra en Ucrania, las huelgas de los portavehículos y del transporte, las nuevas ondas epidemiológicas, la subida del combustible, «el incremento de impuestos y la subida de las materias primas que está haciendo que los costes estén subiendo constantemente», la incertidumbre derivada del contexto internacional y, en definitiva, un escenario económico difícil para los consumidores. «Nunca antes» se había dado esta «tormenta perfecta» que ha afectado de lleno tanto a la producción de coches como a la venta, reconoce el presidente de la Asociación Provincial de Talleres de Reparación de Vehículos de Soria, Julián Untoria.

Esta semana, Fico, dedicada al suministro de piezas para la automoción, anunciaba una «reestructuración de la plantilla» que podría afectar a entre el 15 y el 25% de sus 660 empleados. La empresa justificaba la decisión en la caída de la actividad. El comité de empresa, que se enteró de la noticia al mismo tiempo que el resto de la plantilla a través de un comunicado en el tablón de anuncios, ya ha solicitado una reunión a la empresa para «saber el sentido» del escrito.

En el otro lado del negocio, los concesionarios viven un momento «muy complicado». Porque la demanda de coches ha caído y «la gente ahora no tiene intención de comprar» pero, también, porque ahora la oferta está limitada «como nunca antes había ocurrido». Los problemas de falta de suministros que sufren los fabricantes por la crisis de semiconductores y la guerra de Ucrania está lastrando la producción y provocando demoras de entrega de «seis meses, como mínimo», lo que está haciendo que algunos consumidores incluso anulen sus pedidos «porque, con tanto tiempo, las situaciones personales y laborales cambian». 

No llega coche nuevo y, como efecto rebote, los concesionarios se están quedando sin stock (ya que el cliente, si tiene necesidad, acaba comprando de lo que hay). «Se va rebajando mucho y se puede dar el caso de que incluso no podamos vender los coches del stock porque, si no, no hay modelo para enseñar», aventura Untoria.

También el mercado de segunda mano se está resintiendo. «El coche usado sale de que entra coche nuevo y la gente cambia su vehículo antiguo (empresas, particulares, renting, alquiler...). Al no haber coche nuevo, no hay coche usado y, además, eso ha hecho que el precio haya subido. Se está provocando una relación entre el nuevo y el usado muy grande, que nunca había existido», avisa el portavoz de la Asociación Provincial de Talleres de Reparación de Vehículos de Soria. La escasez de coche usado se justifica en que los particulares no cambian de coche pero, sobre todo, en «las empresas de renting, de alquiler de vehículos...» ya que estas, cuando cambian su flota, mueven «cientos de miles de coches» que van al mercado de segunda mano. «Ahora están alargando los kilómetros de permanencia porque los fabricantes no les pueden dar coche nuevo, y eso está haciendo que no entre coche de segunda mano», especifica. 

Sin oferta suficiente de vehículos  (ni nuevos ni usados), «los precios se disparan». Es «la tormenta perfecta», reitera el presidente de la asociación provincial, quien avisa que incluso el trabajo en talleres ha caído de forma notable porque la gente, ante momentos de incertidumbre, se contiene. «La recuperación se ha estancado totalmente. El 2020 fue malo por la pandemia pero, al final, mejoró; el 2021 no estuvo mal, aunque a final de año comenzaron a caer los pedidos; y este 2022 está siendo el peor de la pandemia con diferencia», resume.  

Los datos le dan la razón.Las matriculaciones acumulan meses en caída libre. Soria cerró 2021 con un 8,4% operaciones menos que un año antes [que cabe recordar fue un año malo por la pandemia], y ha comenzado 2022 con una nueva caída. El primero trimestre cerró con un 28,2% matriculaciones menos que el año pasado (160 unidades).

visitas: un 50% menos. Las visitas a los concesionarios  han bajado «más de un 50% respecto del año pasado», estima Untoria. Y, «si entra menos gente, se venden menos coches y hacemos menos pedidos», resume. 

Hay un parón en las ventas y, además, los pedidos se están retrasando porque el problema está también en producción. Sin piezas suficientes, los fabricantes no pueden producir al ritmo demandado: «Hay bastantes pedidos hechos y hay mucha gente esperando su coche porque se están demorando mucho los pedidos. Ucrania ha afectado muchísimo porque allí se hacen diferentes piezas y, al pararse su producción, eso está ralentizando la fabricación de coches. Sumado a la crisis de los microchip, eso está acarreando que falten piezas que de normal no hubieran faltado, y las esperas se han alargado», justifica Untoria, quien asume que la crisis en el sector actualmente es «importante» y, aunque no ha alcanzado los bajos niveles de la pandemia porque «entonces nadie quería coche», la caída de las matriculaciones «alcanza ya casi un 30%». «No hay coches para matricular y los pedidos han bajado casi a la mitad», sintetiza.  

La situación es compleja pero Untoria busca «el lado bueno» y, en este sentido, «anima» a quien desee comprar un vehículo a que, «cuando vea una oportunidad y tenga una necesidad, lo compre. Es el momento para comprar en base a lo que se pueda encontrar físicamente», invita. 

el eléctrico no despega. De lo que se vende, «la mayoría son gasolina e híbridos, con hibridación sencilla». Porque el híbrido enchufable y eléctrico, de momento, no despega. Sobre todo se vende SUV. La situación es de «incertidumbre total», por lo que desde los concesionarios reclaman «ayudas al empresario para mantener los puestos de trabajo» y «la esperada fiscalidad diferenciada».