Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Envejecimiento, inmigración y trabajo

25/08/2021

La entrada en la edad de jubilación de las generaciones del ´baby boom´ genera una serie de problemas en varias direcciones, no solo a la Seguridad Social porque se trata de personas con largas carreras de cotización y sueldos decentes, en el mejor de los casos, que derivan en pensiones razonables, sino que dan idea del envejecimiento de los trabajadores en algunos sectores en los que se las ven y se las desean para encontrar jóvenes que vengan a reponer los puestos de trabajo que se quedan vacíos.  Son muchos los sectores en los que esta circunstancia comienza a condicionar su actividad económica y a generar problemas de producción y distribución, lo que no deja de ser una contradicción en uno de los países de la Unión Europea en el que el altísimo paro juvenil es una constante. Sectores como el transporte, la construcción, la pesca e incluso la hostelería, por citar algunos, advierten de los problemas de falta de trabajadores que ya arrostran o van a tener en un futuro muy próximo.  

La Gran Depresión dejó en el paro a muchos jóvenes que habían abandonado sus estudios ante el tintineo del dinero fácil y abundante de la burbuja inmobiliaria, que han pasado a engrosar las listas del paro de larga duración, buscaron empleos en sectores en los que no se exigía cualificación o mejoraron su formación. La generación siguiente, ya avisada de lo que ocurrió, no se acerca por esos empleos por si vuelve a pasar lo mismo, además de tratarse de trabajos penosos o peligrosos. Para esos u otros empleos que requieren cualificación la queda mucho camino que recorrer a la Formación Profesional, a pesar de que ha sido una constante preocupación de todos los gobiernos, sin llegar a dar con la tecla para prestigiarla y a establecer una verdadera formación dual.  

La falta de trabajadores coincide con el deseo de trabajar de los innumerables emigrantes que han llegado a  nuestro país que no tienen posibilidad de tener un contrato por la falta de ´papeles´ que les permitan acceder a puestos de trabajo estables, malviven en la economía sumergida o en la informal, tampoco pueden aspirar a una vida estable y favorecen el dumping laboral. Todo ello con la secuela de dar alas a los discursos antiinmigración propio de los partidos más conservadores. La regularización de cientos de miles de inmigrantes que llevó a cabo el gobierno de Rodríguez Zapatero se tradujo en aumento de la actividad económica y de la recaudación fiscal. Y como se comprueba todos los días, el ´efecto llamada´ no depende tanto de la situación que van a encontrar en nuestro país como de la necesidad de salir del suyo de forma regulada o irregular.  

Quizá dentro de poco sean los empresarios los que pidan medidas para conseguir trabajadores. Pero esa es una parte del problema del mercado de trabajo. La otra es la precariedad y temporalidad, los bajos sueldos, los abusos en la contratación, las horas extraordinarias que no se pagan, de lo que dan cuenta sindicatos y la inspección de Trabajo.  Unas buenas condiciones laborales son un reclamo infalible para conseguir trabajadores y reducir las desigualdades.