Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


El guantazo

01/04/2022

Hay pocos incidentes que puedan dar pie a tantas reflexiones como el bofetón de Will Smith. Sirve para hablar del machismo: ¿un hombre tiene que salir en defensa de su mujer? ¿La mujer no puede defenderse sola? En otra ramificación del machismo sirve para analizar por qué la calvicie de una mujer no puede ser objeto de chiste y la de un hombre, sí. Aquí puedo hablar con conocimiento de causa, porque yo fui calva durante seis meses. A mí no me afectó, a mí solo me preocupaba recuperar mi salud. Entiendo que para otras mujeres sea un drama, cada una tenemos nuestra sensibilidad. Pero entonces volvemos al machismo: a nadie le sorprende ver a un calvo, a casi todos les sorprende ver a una calva. Un calvo es algo natural. Una calva es una mujer enferma. Es cierto que con la moda del implante de pelo se ha evidenciado que a muchos hombres les afecta emocionalmente, pero socialmente la alopecia masculina no se cuestiona, mientras que la femenina suele generar, sobre todo, pena o lástima porque se identifica con una enfermedad. 
El bofetón de Smith sirve también para reflexionar sobre la violencia. Resulta llamativo que en plena guerra de Ucrania, viendo como vemos a diario imágenes de bombardeos, de edificios destruidos, de calles llenas de cascotes, de cadáveres, de civiles que huyen a otros países; el mundo entero se haya escandalizado por una bofetada. No trato de justificar el guantazo, pero me resulta de una frivolidad insultante que un señor que vive con tantos privilegios se convierta en noticia de alcance mundial. La bofetada ha servido también para reflexionar sobre los criterios periodísticos. Con la que está cayendo en Ucrania, a las puertas de una tercera guerra mundial, o en otros países con conflictos bélicos como Afganistán, Libia, Siria, Yemen, Irak, etc; me deja sin palabras que los informativos abran con el guantazo. O yo estoy perdiendo mis conocimientos sobre la profesión que aprendí durante cinco años en la universidad y ejercí durante 27 o no soy capaz de entender la presunta importancia de este incidente. 
Para terminar, también nos sirve para reflexionar sobre los asuntos que afectan emocionalmente a esa élite que se reúne en una gala festiva con vestidos y joyas de precios insultantes. Personas que viven en burbujas irreales. Me hace recordar el título de aquel culebrón: los ricos también lloran. Que los ricos lloren por la burla de una calvicie, me da igual de hombre que de mujer, me parece de una frivolidad hiriente. Mientras los ricos lloran por la broma de la falta de pelo, aquí mismo, en España, en Soria, la inflación se desboca hasta el 9,8%. Una cifra que se entiende mucho mejor cuando vemos a las familias en las colas del hambre sin poder encender la calefacción ni usar el coche. Esos problemas sí que son para echarse llorar.