SaminhaÄn... 'amar' la tierra

Ana P. Latorre
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El empresario Gonzalo de Miguel ha puesto en marcha un establecimiento «distinto» en Monteagudo de las Vicarías

SaminhaÄn... ‘amar’ la tierra - Foto: Valentín Guisande Sancho

a.p.l. / monteagudo de las vicarías

Gonzalo de Miguel Redondo nació hace 61 años en Monteagudo de las Vicarías, «en el pueblo y con el médico del pueblo», y su familia gestionaba un taller y dos gasolineras (la de allí y la de Ariza). A los 10 años se fue a estudiar EGB y Bachillerato a Soria y se trasladó a Madrid para cursar COU e Ingeniería. Por circunstancias de la vida, se afincó después en Zaragoza, donde en 1986 comenzó su experiencia profesional creando una empresa de homologación de vehículos aprovechando la entrada de España en la UniónEuropea (UE). «Había que armonizar normas para la homologación de los automóviles y pensé que aquello podía ser interesante y que podría haber mucho trabajo», por lo que puso en marcha la empresa GMR (sus iniciales), «solo, en un piso pequeño de la avenida de Madrid, con una Olivetti 45 que mi padre había comprado a mi hermano cuando hacía el PREU y un tablero de aglomerado con dos patas».

Con el tiempo y «mucho trabajo», el negocio fue bien y llegó a los 74 trabajadores en Zaragoza, Madrid, Barcelona, Sevilla, Portugal y una empresa propia en Francia para dar servicio a fabricantes españoles (de vehículos, camiones, carrocerías, ambulancias...) que querían vender en ese país. En 2014 la multinacional certificadora SGS le ofreció comprar la compañía y acabó vendiéndola entre 2015 y 2018. Trabajó con ellos dos años y en 2020, en plena pandemia, se estableció de nuevo por su cuenta y fundó dos empresas: una de inspección de vehículos de gas natural (autobuses, camiones...) y MCS2020, que es una consultora de movilidad que hace estudios e informes para migración de flotas de combustible diésel a nuevas tecnologías (eléctrico, hidrógeno, gas natural, GLP...). «Creo que lo hice bien» porque su vocación siempre ha sido el servicio a los demás y así se lo inculcó su padre, que regentó un taller y dos gasolineras (la del pueblo y la de Ariza). Y con el apoyo «imprescindible» de su mujer, Blanca Martín, de Regumiel de la Sierra (Burgos) y de sus hijas, Sara y Andrea.  

En septiembre de 2021 subió al Ayuntamiento a un cursillo de informática y conoció a dos niños marroquíes, Aya y Rayan, «me quedé prendado por la educación que tenían, el respeto hacia su madre, el interés por aprender... Unos tenemos tanto y otros tan poco...». Decidió comprarles ordenador y se lo entregaron junto a las profesoras del colegio. Y al tiempo supo que su madre, Mina, que llevaba en Monteagudo 19 años y se había quedado viuda hacía poco, «tenía habilidad para hacer pizzas y pastas marroquíes». En esas fechas visitaron a su hija en París, «entramos una pastelería marroquí, cuya fachada hemos reproducido aquí, y después en otra en la que, al salir, me vino la idea de abrir algo así en el pueblo». Mandó un mail a Carlos González, el alcalde, y valoraron que el potencial de la cocinera.

Así surgió el proyecto, «en la España Vaciada y por mi amor hacia el pueblo», subraya Gonzalo, además de la posibilidad de «integrar culturas», porque en Monteagudo viven muchas personas de Marruecos. Escogieron el nombre de Saminhaän por (Sara, su hija mayor; Mina, la mamá; Hassan, el marido de ésta; y Andrea, su hija pequeña), «parece que es una palabra árabe sin sentido pero salió así». «Yo siempre he querido hacer algo distinto, no abrir un simple bar para tomar una cerveza, y el objetivo es ofrecer un servicio y que sea sostenible», incide.

Tetería con producción propia. Así las cosas, hace tres meses y medio comenzó a funcionar este establecimiento «distinto», una tetería-cafetería «con producción propia». Y El Día de Soria comprueba in situ el resultado: un lugar acogedor, un producto extraordinario y una instalación abierta a un pueblo que está hoy en boca de todos, desde que en 2021 se reconoció como uno de los Pueblos más Bonitos de España. «Era el momento de dar una oferta gastronómica mayor, no solo a Monteagudo, sino a toda la comarca.Están viniendo clientes de Almazán, Soria, el Jalón... y mucha gente que para por esta 'ruta portuguesa' antes de entrar en la A-2», apunta con satisfacción y agradecimiento por esta gran acogida. En palabras de Blanca, «valoran la ilusión y el sentimiento de este proyecto». Primero abrió la tetera y después la terraza en un antiguo corral, donde se ofrecen conciertos (guitarra, jazz, flamenco...). «Una de las características de este proyecto, integrador de culturas, es que está vivo y queremos que la gente se movilice en cualquier época del año», añade el empresario. Sobre todo, se acude a desayunar y a cenar y «se nota que es temporada alta y los pueblos están desbordados». Ha sido un proyecto «valiente» porque ellos no vienen de la hostelería, por lo que les hace ilusión que esté gustando mucho. «Es una experiencia y estamos aprendiendo muchísimo», apunta.

En la cocina trabajan Mina y Jadhiya, las dos de Marruecos, y también han contratado a un matrimonio de Medinaceli, David y Ana (él hijo del pueblo y con dos niños que irán a la escuela en septiembre junto a otros 18), a otra chica de Ariza y  a una hija del pueblo que vive en Barcelona y que se quedará allí.Además, hay refuerzos en cocina y barra en verano. «Es una historia de amor de Gonzalo con su pueblo, por revitalizarlo e intagrar culturas», resume Blanca, muy sensibilizada con las necesidades del medio rural del que ella también procede.