Leonor, presente en la ausencia

S.Almoguera
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El 1 de agosto se conmemora el 110 aniversario fallecimiento de la mujer del autor de 'Campos de Castilla'. El Ayuntamiento de Soria aspira a que la nueva capilla dedicada a su figura se convierta en lugar de 'peregrinación' poética

Leonor, presente en la ausencia

«Yo hubiera preferido morir mil veces a verla morir, hubiera dado mil vidas por la suya». Desolado, el poeta Antonio Machado expresaba así a Miguel de Unamuno el dolor por la muerte de su joven esposa Leonor Izquierdo. La joven soriana falleció a los 18 años de edad un 1 de agosto de 1912. 110 años después, nadie duda ya del papel destacado que esta mujer tuvo tanto en la vida personal como, sobre todo, en su obra poética, inspirando sus versos más hondos y celebrados, tanto en vida y como tras su fallecimiento.

El pequeño memorial que este año ha abierto el Ayuntamiento de Soria muy próximo a la tumba de Leonor en el cementerio del Espino viene precisamente, asegura el concejal de Cultura, Jesús Bárez, a homenajear su figura pero también a crear un espacio que «pueda ser un atractivo para la gente que llega a Soria atraída por la poesía» y, en particular, por la obra de Antonio Machado. Bajo el nombre de Capilla de Leonor, el recinto busca convertirse en un punto de encuentro de machadianos de todo el mundo y, con el tiempo, erigirse en lugar tan visitado como la propia tumba del poeta en la localidad francesa de Collioure. 

Ubicado en la antigua capilla del camposanto soriano, el espacio ha sido rehabitado y cuenta con paneles explicativos que repasan la vida y la impronta de Leonor Izquierdo en la poética de Machado. Además, preside la sala un busto de la joven esposa del autor de Juan de Mairena realizado por el escultor soriano Ricardo González.  

encuentro decisivo. La llegada del poeta a la capital soriana en el año 1907 para ocupar la cátedra de francés del entonces Instituto General y Técnico que hoy lleva su nombre aguardaba al ya autor de Galerías, soledades y otros poemas uno de los encuentros más decisivos de su vida: conocer a Leonor Izquierdo. Ella tenía 13 años y era la hija de la dueña de la pensión en la que se hospedaba. Algo más de dos años después, el 30 de julio de 1909, se casaban en la iglesia de La Mayor, un acontecimiento que tiempo después el propio Machado recordaría amargamente como «un verdadero martirio». Un grupo de jóvenes increpó a la joven pareja a la salida del templo y, horas más tarde, en la estación de tren,  cuando se disponían a iniciar su luna de miel. La prensa de la época, como el rotativo Tierra soriana, lo atribuía a «la insana curiosidad que en actos semejantes se suele despertar en gentes desocupadas». La diferencia de edad entre los cónyuges y el hecho de que Machado no fuera soriano alentaron a «unos cuantos jóvenes ineducados» a faltar «el respeto que se debe a todo el mundo», señalaba el rotativo. 

A la vuelta, vivieron con la familia de Leonor en la casa de la calle Estudios, aunque, a finales de 1910 partieron rumbo a París, donde Machado había logrado una beca para ampliar su formación académica. Fue un período dichoso en la vida de la pareja hasta que la tragedia irrumpió, un 14 de julio de 1911, «como un rayo en plena felicidad», señaló el poeta por carta a su madre, Ana Ruiz. Enferma de tuberculosis, Antonio Machado inició una desesperada lucha por buscar de nuevo la salud de su mujer. Regresaron a Soria, cuyo clima favorecía su recuperación y tras una ligera mejoría, la pesadumbre volvió a apoderarse del autor. El 1 de agosto de 1912, la joven fallece. «Mi niña quedó tranquila», escribió en uno de sus versos. Pocos días después, el poeta abandonaría Soria para siempre. El recuerdo de la joven, no obstante, perduraría hasta su propio fallecimiento acaecido en el año 1939. «Hoy vive en mí más que nunca y algunas veces creo firmemente que la he de recobrar», confesará Machado a su amigo Miguel de Unamuno.