La mente puesta en el salto cualitativo

Miriam Arlegui
-

El Museo Numantino surgió para conservar y exponer las piezas halladas en Numancia. El senador soriano Ramón Benito Aceña costeó la construcción del museo

La mente puesta en el salto cualitativo

El Museo Numantino cumple 100 años el 18 de septiembre de este año 2019. Han sido años de complejos procesos políticos, económicos y sociales: la conclusión de la primera Guerra Mundial y el establecimiento de un nuevo orden geopolítico, las dificultades del periodo de entreguerras, la caída de la monarquía de Alfonso XIII y el advenimiento de la República, y la Guerra Civil que llego con el expediente de depuración del director del Museo Numantino Blas Taracena Aguirre, posteriormente rehabilitado y llegando a ser director del Museo Arqueológico Nacional poco después; la posguerra y la dictadura, la transición democrática y el pleno desarrollo de la democracia, la globalización y sus redes y modelos de comunicación, la última crisis económica y las incertidumbres de la denominada sociedad líquida. 

Periodos y actos políticos y sociales jalonados de incertidumbres y esperanzas, de pobreza y crecimiento económico, de profundos cambios en el concepto de tiempo y progreso e incluso en el concepto del trabajo.

Como es conocido, el Museo Numantino surgió para conservar y exponer los objetos recuperados en las excavaciones arqueológicas de Numancia. Se comenzó depositándolos en una escasa cabaña construida por el equipo alemán de Schulten en el propio yacimiento para guardar las herramientas. Inmediatamente se les busco acomodo en una habitación cedida por el entonces alcalde de Garray que pronto se revelo inadecuada. De allí se trasladaron a uno de los salones de la Diputación Provincial de Soria. E inmediatamente comenzó a surgir como un rumor pertinaz la necesidad de un Museo Numantino. Existieron tensiones y conversaciones que debatían si el Museo debía instalarse en el propio yacimiento o en Soria; se consideró si el solar que el Ayuntamiento de Soria ofrecía, el lugar que finalmente ocupo, sería adecuado dado que entonces no se hallaba en un lugar central de la ciudad. Su construcción y constitución fue ocupación de ministros e incluso Alfonso XIII estuvo informado de algunos de los avatares. 

Ramón Benito Aceña, senador, nacido en Valdeavellano de Soria, pago la construcción del Museo en un caso de extraordinario mecenazgo, absolutamente generoso que, en lo que conocemos de museología española no ha vuelto a repetirse. Se unieron así la necesidad sentida por la población soriana de crear un Museo para conservar los testimonios arqueológicos de uno de los episodios de su historia más conocidos y la generosidad de un mecenazgo también soriano. El arquitecto elegido fue Manuel Aníbal Álvarez, que no solo trabajo en la construcción de nuevos edificios sino también en la restauración de edificios históricos. De su erudición surgió un edifico de reminiscencias de la arquitectura romana. Como Gómez-Barrera contó, se inspiró en un mosaico romano descubierto en Arróniz, Navarra, para la fachada, equilibrada, con sobriedad histórica, del Museo Numantino. El plano arquitectónico  terminado del Museo Numantino fue presentado al Ayuntamiento, en nombre del senador, el 5 de marzo de 1913. En  enero de 1914 se creó legalmente el Museo Numantino.

Una vez concluidas las obras se procedió al traslado de las piezas desde la Diputación. El salón vacío ahora pasaría tiempo después a albergar el Museo Celtibérico que surgió dentro de una potente corriente museológica de entonces cuyo objetivo era crear museos especializados en culturas diferenciadas en distintos puntos del país. En ello estuvo otro ministro, Fernando de los Ríos Urruti, alrededor de 1932.

Se concluyó el Numantino y transcurrieron algo más de tres años hasta su inauguración esperada con creciente impaciencia. La razón, tal vez, esperar a que concluyera la guerra mundial o, más probablemente, la agenda política y privada de Alfonso XIII.

El 18 de septiembre de 1919, el rey acompañado de un importante séquito, llegaba al Museo Numantino a las 11 de la mañana para proceder a su inauguración. Lo mostró y explicó Blas Taracena Aguirre, director del Museo desde el 24 de julio de 1915.  Benito Aceña había muerto el 11 de diciembre de 1916.

Las excavaciones de Numancia y la creación del Museo Numantino formaron parte de la vida cotidiana de los sorianos, se vivieron, se comentaron, se opinó. Y la prensa fue testigo y cómplice de ello. Como ahora en que este periódico se ha sumado a la conmemoración del aniversario, invitándonos  a dar a conocer a través de él la riqueza de nuestro patrimonio conservado en el Museo Numantino. Ese patrimonio son los objetos arqueológicos, los etnográficos que se sumaron después y muy recientemente el patrimonio paleontológico. Pero es también la información que transmiten los objetos y la transmisión de ese conocimiento, traducido desde la investigación, a la sociedad. 

Tras la Guerra Civil el Museo languideció. Ricardo de Apraiz, su director desde el 15 de septiembre de 1944, lamentaba que no tuviera calefacción ni instalación eléctrica. Aun así trabajo denodadamente para que el Museo sobreviviera y mejorara con escasos medios. J. Zozaya, reconocido medievalista, intento una reforma modesta para adaptar el Museo a las nuevas y tímidas corrientes museológicas que en  los años 60 comenzaban a llegar a España.  Los primeros cambios de la democracia afectaron profundamente a la cultura que se constituyó en un objetivo del ejercicio político. En 1989 se  inauguró una profunda renovación del Museo, arquitectónica y museográficamente, impulsada por J.L. Argente. Hubo cambios organizativos: de la titularidad y gestión estatal se pasó a la gestión autonómica de Castilla y León. Las leyes modernizaron la responsabilidad y el procedimiento de protección patrimonial así como regularon el funcionamiento de los museos normativamente.

El patrimonio museológico es también la historia de la Institución que en permanente transformación progresiva se adapta a la sociedad de la que es su memoria. Desde aquel origen hasta hoy se ha enriquecido: a la conservación y la contemplación erudita o admirada, se sumó la investigación activa en todos los campos: inventario y catalogación de los fondos, criterios y técnicas de conservación preventiva y restauradora, modelos de exposición, comunicación y relación con el público diverso, estimulo cultural. El presente es complejo, el futuro mediato deberá ser otro salto cualitativo de reforma y ampliación museológica y siempre, la permanencia para las generaciones del futuro.