Las confesiones más íntimas de Aitor Luna

Alicia Civita (EFE)
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El intérprete vasco estrena la segunda temporada de 'Enemigo Íntimo', una telenovela en la que da vida a un narcotraficante, después de triunfar con 'La Catedral del Mar' y 'Valeria'

Tras saborear el éxito en Netflix con La Catedral del Mar y Valeria, el actor Aitor Luna regresa a las narcotelenovelas como la pareja de Fernanda Castillo en la segunda temporada de Enemigo Íntimo, una experiencia que ha definido como «lúdica» y que le sembró «una inesperada fascinación por México».

«Fue fantástico estar en México, aunque no pude pasear como me hubiese gustado porque fue mucho trabajo», destaca el intérprete en una videollamada desde su casa en Madrid, en la que se recluyó tras terminar las grabaciones de la serie de Telemundo, en la que encarna a Martín Ustariz, al que describe como un «imprevisible, un superviviente nato y muy escurridizo».

La producción, que se estrenó en EEUU ayer, retoma la historia de los hermanos Roxana Rendiles (Castillo) y Alejandro Ferrer (Raúl Méndez). En esta complicada relación, el personaje de Luna se inserta como el interés romántico de la narcotraficante.

«Se debe a un empresario que trabaja para Roxana. Después se hace socio de ella y allí empiezan una serie de aventuras y desventuras», adelanta.

Este personaje representa, además, la segunda experiencia de Luna en el mundo de las narcotelenovelas de Telemundo, pues el año pasado se estrenó con un pequeño rol como la primera pareja de Kate del Castillo en la segunda temporada de la icónica La reina del sur.

«Esta vez no me matan tan rápido, aunque fue muy divertido filmar esas escenas», reconoció entre risas al recordar el asesinato del personaje de Pedro, el amor de Teresa Mendoza en la Toscana.

También describe como «muy disfrutona» en lo personal su experiencia dando vida a Martín, pues aunque no pudo conocer mucho de México más que las locaciones en lugares como la costa de Sinaloa y mansiones, casas y algunas calles poco recomendables de la capital, sí que aprovechó para explorar la gastronomía mexicana.

«Primero me dio el mal de Moctezuma (como se conocen los males estomacales de algunos turistas por los alimentos regionales), pero después me tenían que parar para que no siguiera comiendo probando cosas. No me enchilé. A mí me gusta mucho el picante. Me encantó y me quedé con ganas de más. Tengo muchísimas ganas de volver», confiesa.

El actor nacido en Vergara, Guipúzcoa, llegó a Enemigo Íntimo tras participar en Valeria, la serie española de Netflix, y el rodaje de la película La isla de las mentiras. Sus personajes allí fueron grandes desafíos, eran de esos «que te comen la cabeza por distintas razones», relata.

Este último ha sido un regalo. Es importante a veces darse la oportunidad de hacer algo más divertido. Aunque eso no quiere decir que sea menos complicado. Es un tema de intensidad. Con Martín me lo he pasado muy bien. Tiene muchas aristas interesantes», indica.

Hasta las escenas de cama fueron menos estresantes, según reconoce el actor. En las producciones para la pequeña pantalla «las escenas de sexo son sugerentes, hay mucha piel, pero todo es muy cuidado», explica al hablar de los momentos íntimos grabados entre él y Castillo.

En la serie Valeria le tocó estrenarse ante las cámaras totalmente desnudo «con un calcetín color carne» y «simulando el acto sexual con todos los movimientos».

«Agradezco el que me haya tocado hacer algo así ya más avanzado en mi carrera y no cuando estaba más joven. Lo habría pasado muy mal», reconoce el artista de 38 años, cuya carrera incluye éxitos como Los hombres de Paco, La catedral del mar, Gran Reserva y hasta una pequeña participación en Velvet y Velvet Colección.

La excelente reacción de sus seguidores ante esa interpretación del sexy e infiel Sergio en la producción de Netflix hace inferir que llevaban mucho tiempo esperando ese momento.

Un solitario en su cueva

Entre todas esas confesiones, el actor también se detiene a hablar de la situación que está enfrentando el mundo a raíz del coronavirus y cómo lo sobrelleva.

La parte más dura de las medidas de confinamiento, según cuenta, la pasó en su casa en Madrid, donde tiene dos terrazas «con un pedacito de cielo» que le ha servido para llevarlo mejor.

Sin embargo, para él, el aislamiento fue más regalo que castigo y, aunque es un confeso introvertido, hasta le sorprendió un poco lo bien que ha estado durante tanto tiempo. «Siempre me han dicho que es difícil sacarme de mi cueva, pero me he dado cuenta que es donde me siento mejor», admite.

«No soy una persona apegada a las cosas. No suelo aburrirme y eso hace que me guste estar conmigo mismo», apunta, aunque cuando le ha hecho falta familia o amigos siempre tiene el teléfono a mano para hacer una videollamada.

Y en los momentos en los que ha pensado en su industria y en su profesión se alegra de que ya no hay que pensar en Hollywood para «disfrutar de calidad como actor y espectador», concluye.