Una segunda vida para el cine Rex

S.Almoguera
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Una nueva iniciativa empresarial reutilizará el local del cine Rex 11 años después de su cierre

Una segunda vida para el cine Rex - Foto: E.G.M

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Cine Rex

Risas, besos, lágrimas, aplausos… Su eco aún resuena en un espacio que subjetivamente se impregna de una sensación agridulce, mitad tristeza, pero también una gran alegría porque, oculto, desprovisto de su antiguo esplendor, aún sigue en pie. Asalta la nostalgia. El cine Rex, en la avenida de Navarra de la capital soriana, cerró sus puertas al público el 3 de mayo de 2012, pero como en aquella canción de Joan Manuel Serrat, Los fantasmas del Roxy, no hay ni que cerrar los ojos para que, a la vez, por todas partes, miles de imágenes, secuencias, escenas y fotogramas relampagueen de nuevo como fogonazos superponiéndose a la imagen de esa sala hoy vacía, pero que, como el Titanic, aún conserva muchos de sus elementos tras el 'naufragio'. Allí quedan todavía un buen número de sus 630 butacas rojas y la pantalla en la que, aquel último día, Michelle Williams encarnó a la actriz más mítica del siglo XX en Mi semana con Marilyn, de Simon Curtis. 

Casi 11 años después, aquel lugar de sueños y entretenimiento que durante 52 años alumbró la vida social de miles de sorianos saldrá de su letargo, aunque reconvertido para una nueva iniciativa empresarial completamente distinta. Dos comercios, una carnicería y una tienda de moda, ocupan el espacio que en su día dejó la cafetería y parte del hall del cine (la zona de venta de palomitas), pero quedaba aún pendiente dar uso a la parte de la antigua platea que ahora, a través de una iniciativa auspiciada por empresarios chinos afincados en la capital desde hace más de 20 años, está comenzando a acondicionarse con la vista puesta en una próxima apertura a partir del próximo mes de septiembre. La fecha, apunta Xiao, una de las promotoras de este nuevo negocio, dependerá, no obstante, del ritmo del desarrollo de los trabajos. 

Los propietarios del local son conscientes del carácter emblemático y del cariño que la ciudad siente aún hacia la desaparecida sala de cine. En China, apunta Xiao, hay, de hecho, una palabra específica para ese sentimiento enraizado en la nostalgia que une a las personas. «Llevamos mucho tiempo pensando», asegura. Adquirieron el local hace «cinco o seis años» y, durante ese período tuvieron siempre presente el convencimiento de que tenían que poner en marcha algo que «valiera la pena, no cualquier cosa», en respeto al añorado cine. Buscan dar a este negocio «un futuro largo» en el que, independientemente de su nuevo uso, los sorianos puedan seguir reviviendo con cariño aquellas antiguas proyecciones y momentos vividos en el Rex. De ahí que algunos elementos, como la conservación del palco superior o de una fila de butacas, estén contemplados en el proyecto de remodelación de la sala de proyección que, en el año 1956, ideó el prestigioso arquitecto Julio Cano Lasso (1920-1996). «Para que la gente se siga sintiendo en el cine», recalca Xiao.

Los empresarios que promueven esta nueva actividad en el espacio que ocupaba la sala de proyección del Rex prefieren no desvelar aún a qué actividad se destinará el local. Sí aseguran que, en cierta manera, seguirá vinculado al área del ocio y el entretenimiento. Han sido dos años de planificación, uno de ellos «para sacar el diploma» de estudios que permita ponerlo en marcha, incide Xiao. Hay mucho trabajo, mucha ilusión y cariño depositados en este proyecto. 

Y ese cariño comienza por la generosidad. Si ya hace unos años donaron parte de las butacas al cine El Pinar de Tardelcuende (unas 300), ahora han hecho extensivo un nuevo ofrecimiento de cesión del resto (a excepción de las que se conservarán en el nuevo proyecto). Asimismo, también donarán la pantalla que, asegura José Antonio Silva, durante más 30 años proyeccionista del cine Rex, se encuentra en buen estado de conservación, tal como se pudo comprobar hace unas semanas. 

Fue sustituida unos cinco años antes de que el Rex cerrara y a su mayor tamaño (el cine El Pinar cuenta actualmente con la que perteneció al cine Avenida, cerrado en 2006) une, por tanto, una mayor calidad de imagen. «Después de tantos años se podía haber quedado seca, pero está muy bien. Sólo un poco sucia», insiste Silva, en cuya trayectoria de 50 años como proyeccionista, el Rex ocupa el lugar más destacado y especial. Miles de horas en la cabina de proyección, cientos de anécdotas y recuerdos se funden, en su caso, con grandes momentos de cine, escenas y fotogramas que componen toda una vida consagrada a ese mágico rectángulo de luz que es el séptimo arte. Para José Antonio Silva, sin duda, no resulta fácil este largo adiós que comenzó aquel 3 de mayo de 2012, con el último pase de Mi semana con Marilyn, y que se prolonga hasta hoy, en víspera de que lo que queda de la sala desaparezca definitivamente. 

recuerdos. Mercedes Silva, gerente de los cines Lara, que en tiempos también formó parte de la plantilla del Rex, sólo conserva buenos recuerdos de su vida laboral y personal de esta antigua sala. 11 años después de que cerrara sus puertas, aún mantiene en su memoria «dónde está cada cosa». El paso del tiempo y el «auténtico drama» que supuso su cierre han contribuido, si cabe, a hacer más fuerte la huella de todos aquellos momentos, de esos viernes de estreno y el divertido 'pique' que mantenían entonces los empleados del Avenida y el Rex por tener las películas más taquilleras (casi siempre ganaba este último). Las colas interminables de público en Titanic de James Cameron, que se mantuvo excepcionalmente tres semanas en cartel (las películas solían cambiar cada siete días) con llenos absolutos todas las jornadas; de Jurassic Park o E.T. de Steven Spielberg o incluso cómo los cristales de las puertas del cine se abombaban ante la presión de las «hordas y hordas» de niños impacientes por ver la primera película de la saga de Harry Potter. Incluso las inundaciones que sufrían habitualmente en verano a causa de las tormentas y que llegaron a proporcionar una sensación aún más inmersiva a los espectadores que vieron Titanic en el ciclo de verano, una iniciativa que reunía las mejores películas del año y que se convirtió en un esperado acontecimiento cultural en la ciudad... De todo eso se acuerdan José Antonio y Mercedes Silva. «Felicidad». Ésa es la palabra que le viene a ella a la cabeza para definir aquellos años en el antiguo cine Rex.