El Palacio de Berlanga revive en su propia torre

Ana Pilar Latorre
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La Asociación Amigos del Castillo de Berlanga presenta este fin de semana la exposición dedicada a este emblemático edificio

El Palacio de Berlanga revive en su propia torre

Berlanga de Duero se viste este fin de semana de la largo para inaugurar la exposición ‘El Palacio de los marqueses de Berlanga. Sapientia Aedificabitvr Domvs’ y El Día de Soria ha querido hablar con su comisario, Roberto de Pablo, quien se muestra satisfecho del resultado del trabajo realizado por el equipo de la Asociación Amigos del Castillo de Berlanga y espera que sorprenda gratamente a los visitantes. 

Sobre los objetos que se exponen, el comisario habla de la publicación de Juan Manuel Bedoya titulada ‘Memorias históricas de Berlanga’, el primer libro que trata la historia de esta localidad y escrito en el siglo XIX. «Esta persona tiene mucha conexión con el palacio porque lo descubrió antes de que se quemara (lo incendiaron las tropas francesas en la invasión napoleónica), lo vio con sus propios ojos», concreta el también presidente de la citada asociación y doctor en Historia. Para la exposición se ha conseguido un original de la segunda edición, que «se encontró en una casa de antigüedades tras buscar y buscar en librerías antiguas». «Hay alguno por Berlanga, porque hubo una edición facsímil en 1979, pero nosotros queríamos una edición original del siglo XIX», añade.

En otra vitrina se podrán ver reproducciones de las cerámicas de lujo y de uso diario que se hallaron en las excavaciones en el palacio y en el cerro del castillo, así como otras piezas como un trozo de viga quemada «para hacerse a la idea de que el edificio se destruyó». Además, se exhibirán las reproducciones de dos cartillas de lectura, que se encuentran en las bibliotecas nacionales de España y Francia y «con las que Juana Enríquez enseñó a leer a su hijo, Íñigo Fernández de Velasco, dos de los protagonistas de la exposición». «Es algo curioso y casi excepcional porque no había muchas cartillas para leer y escribir en aquella época. Hemos conseguido las reproducciones digitales, que  se mostrarán en una mesa de aprendiz», avanza el responsable de la muestra.

historia. Los usos del palacio después del incendio son otra parte de la muestra y serían tres: la fábrica de medias (exhibición de piezas y rollos), el cine-teatro (con una imagen del proyector que había en el Cinema Castillo, entrada sellada del 53, un rebobinador de carretera y un carrete de película con una cartelera de Cantinflas) y la pista de baile. «Es una parte de la historia que no es del palacio propiamente dicho pero que también es su historia», como lo que ellos mismos hacen con la muestran porque «el turismo sigue siendo historia».

Todo ello se completa con los carteles de distintas temáticas en cada una de las alturas de la torre (historia en la primera planta y reconstrucción del edificio y anexos en la segunda). «Se ha querido situar también al visitante en las plantas de la torre con un alzado hipotético de cómo sería cada una», explica. Y se exponen algunas piedras originales del palacio que han ido apareciendo, por ejemplo, en casas particulares, ya que se reaprovechó el material tras el incendio. Se han hallado capiteles, fragmentos de zapatas, fustes de columnas… y muchos los han donado o dejado en depósito vecinos de Berlanga.

el patio. Entre las partes del palacio que escogería el comisario, afirma que los jardines «son espectaculares» y la noria, que se puede ver en el audiovisual, es «muy llamativa». Pero se decanta por el edificio y, especialmente, por el patio central. «Es el lugar icónico desde donde se distribuye todo el palacio y desde el primer momento nos centramos en estudiar sus dimensiones. A partir de las investigaciones arqueológicas y de documentación antigua hemos llegado a reconstruirlo o nos hemos quedado muy cerca», apunta. Les ha ayudado la comparación con otros patios, los del Convento de la Merced y el Convento de Santa Catalina de El Burgo de Osma. 

Sobre los personajes, se pone énfasis tanto en los marqueses, Juan de Tovar y Juana Enríquez, como en el jardinero Cristóbal de Peñaranda, Doña María que se encargaba de la platería, el arquitecto del patio… «Un palacio no era solo una vivienda, era un lugar donde se administraba un marquesado y trabajaba muchísima gente», apunta haciendo referencia a las visitas de Felipe II, Felipe IV e Isabel de Farnesio, «sobre las que hay documentación y son muy curiosas».