Un año de pandemia en Soria, en cifras

EDS
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El director de Gestión de Asistencia Sanitaria, José Luis Vicente, ultima un libro que refleja un año de pandemia en cifras y experiencias

Un año de pandemia en Soria, en cifras

Cuenta el gerente de Asistencia Sanitaria en Soria, Enrique Delgado, en la introducción del libro COVID-19. Un año de pandemia en Soria que su autor, José Luis Vicente Cano, es «mucho más» que el director de Gestión, ya que «nadie como él conoce todos los entresijos» de la organización de la sanidad soriana y que, desde mediados de marzo de 2020, ha sido «los ojos» de la evolución de la pandemia en la provincia. Falta poco para que se publique esta recopilación de análisis, estadísticas, información, sensaciones y experiencias personales. En unos días estará en la imprenta de la Diputación  Provincial. Con el compromiso de no incurrir en el ‘spoiler’ (acuerdo fácil de cumplir por la limitación del espacio de un periódico), José Luis Vicente Cano muestra a El Día de Soria este ímprobo trabajo añadido a las jornadas laborales interminables durante los catorce meses que ya dura la pandemia.  

Cronología, tablas y gráficos de la evolución de la COVID-19, organización por áreas, nuevos servicios, mortalidad, vacunas, recursos humanos, medios materiales, presupuesto destinado a la COVID, donaciones, seguimiento de los profesionales... y más de sesenta colaboraciones de sanitarios, técnicos, directivos, familias, pacientes, representantes sindicales y medios de comunicación conforman el grueso de este volumen de más de 300 páginas en el que el director de Gestión resalta «lo hecho y lo vivido» en un  libro que pretende que sirva como manual de consulta y herramienta contra el olvido. 

«Al comienzo de la pandemia había poca información. Hasta que conseguimos datos a nivel interno fue problemático. Fuimos mejorando y generamos unos cuadros de mando que nos permitían conocer lo que estaba pasando. Consideré necesario aglutinarlo todo y mostrar lo que ha sido. Por eso digo en la presentación del libro que quien olvida su historia está condenado a repetirla. Me sentí obligado a contarlo, pero desde todos los puntos de vista», argumenta José Luis Vicente.

Además de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), a la que los medios de comunicación dirigimos el foco de forma continua e inevitable, hay «muchos servicios y unidades» que conforman un complejo engranaje que permite encarar esta crisis sanitaria sin precedentes. Y, también, es «necesario» ese reconocimiento al personal de la sanidad que, admitámoslo, olvidamos cuando en mayo dejamos de aplaudir desde nuestras ventanas.

Libro en mano, repasamos con su autor algunos hitos  (no todos) que han escrito la historia de la pandemia en la provincia de Soria.

fechas clave. «Los primeros meses, enero y febrero, fueron de incredulidad», admite José Luis Vicente, que en el capítulo dedicado a la cronología destaca tres días: 25 de febrero, primera fecha en la que se registra una petición de una PCR de un paciente ambulante que volvía de un viaje a Italia, que resultó negativa; 27 de febrero, el primer positivo en coronavirus en la región, diagnosticado en Segovia; y el 28 de febrero, cuando se activa el protocolo de sospecha por coronavirus en Soria para ingreso hospitalario para una mujer, que resultó negativo, que acababa de regresar de unas vacaciones en Singapur.

Sin duda, marzo fue el mes de la «explosión» del virus. En este punto, el director de Gestión también reseña cuatro fechas «claves» para la propagación del SARS-CoV-2 en la provincia, que fueron la celebración de las elecciones sindicales en Sanidad (5 de marzo); el partido CD Numancia-Rácing de Santander (7 de marzo), con casi 3.800 espectadores; la manifestación del Día de la Mujer (8 de marzo), con un millar de participantes), y la tractorada del 11 de marzo, día en el que Madrid ya cerró sus aulas y comenzaron a desplazarse a sus domicilios familiares cientos de estudiantes sorianos. Todo ello confluye en un caldo de cultivo idóneo para la propagación del coronavirus.

transformación. De sobra es conocido el «ritmo demoledor» del contagio en la provincia de Soria, con casi 600 casos diagnosticados a finales de marzo, y la irrupción «difícil de controlar» de la COVID-19 en las residencias de mayores. José Luis Vicente pone de relieve que el «termómetro»  más preciso «está en el hospital», que obligó a su transformación integral. «Los días 19 y 20 de marzo fueron críticos, parecía que íbamos a colapsar», reconoce el director de Gestión, si bien considera que «se pudo solventar la situación» con la apertura progresiva de plantas solo para coronavirus, siete en el Santa Bárbara y una en el Virgen del Mirón.

Para el autor del libro un hito de «enorme relevancia en la gestión de camas» fue la realización de PCR en el laboratorio de Microbiología del hospital de Soria, que permitió acortar los tiempos de espera de ingreso de los pacientes en plantas COVID o no COVID. En un año, se han practicado 103.887 pruebas de infección activa (75.135 PCR y 28.752 test de antígenos), lo que supone una tasa de 1.159,3 análisis por 1.000 habitantes, un 20% superior a la media regional y más de 50% más que en el conjunto de España. En cuanto a la positividad de las pruebas, el resultado del acumulado finaliza con 6,68% de antígenos y un 7,66%, en PCR. En este caso,  Vicente matiza que en la etapa inicial de la pandemia las PCR estaban dirigidas a pacientes sintomáticos graves y a personal sanitario y sociosanitario, por lo que la mayoría de las pruebas resultaban positivas.

Por otra parte, el director de Gestión hace hincapié en la puesta en marcha, el 12 de mayo de 2020, de la primera estrategia de diagnóstico, vigilancia y control en lo que denomina «fase de transición» de la pandemia, lo que se conoce como equipo de rastreadores. Desde entonces y hasta el 31 de marzo, estos profesionales han seguido 7.015 casos positivos y 17.607 contactos estrechos, de los cuales el 19% pasó a ser positivo. 

Asimismo, a mediados de noviembre, en el hospital Virgen del Mirón se unificaron las pruebas diagnósticas de infección activa y el servicio de rastreo, además de una consulta de respiratorio, en la Unidad COVID Urbana que, a su vez, permitió recuperar el servicio que se cerró en verano por la baja incidencia de COVID Atención Primaria.

Por supuesto, cuentan con el espacio que merecen en esta publicación obra del director de Gestión la vigilancia epidemiológica, las urgencias hospitalarias, la ingente labor de Medicina Interna, la atención a los pacientes críticos, vacunación, Atención Primaria, COVID Residencias...  para todos aquellos aspectos de la pandemia que, de una forma u otra, El Día de Soria, también ha abordado en estos meses pandémicos.

principales indicadores. Es un capítulo prolijo el que el autor del libro dedica a los principales indicadores de seguimiento de la pandemia en Soria, algunos como la incidencia global, los relacionados con los procesos de hospitalización o Atención Primaria apenas han variado, tal y como recoge la publicación, desde el inicio de la crisis sanitaria. En este reportaje no nos detenemos en la incidencia acumulada, que ya abordamos semanalmente en este periódico, aunque en este punto sí se puede señalar, por ejemplo, que Soria arranca  mejor la serie que Castilla y León y España a comienzos de noviembre, pero en seguida se equipara, y la tercera ola impacta algo más tarde que en el resto y en la segunda semana del año alcanza un «ritmo vertiginoso». 

Por destacar algunos datos sobre la incidencia poblacional, en la primera ola apenas se diagnosticaron casos en menores de 30 años (un 3,5% sobre el total), mientras que desde el mes de agosto tres de cada diez contagiados se sitúan en esa franja de edad. Por el contrario, los mayores de 80 años van reduciendo progresivamente su peso desde los primeros meses. En la segunda ola, en la que se registraron un número relevante de casos, este segmento se reduce casi a la mitad. Por consiguiente, esta incidencia tiene su reflejo directo en la reducción de los porcentajes de ingresos hospitalarios y en la UCI en comparación con la explosión de la primera oleada. También resalta que aunque son más las mujeres infectadas en la provincia (un 51,35%) que los hombres (48,65%), ingresan más los varones (69,8%) que las mujeres (71,2%).