Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Rebrotes

14/07/2020

Anda el personal muy preocupado. Lo que fue alegría y júbilo al acabar el estado de alarma se ha convertido en miedo. Mucha gente ha entendido, por fin, que el adiós a la alarma no significa la desaparición del coronavirus. El bicho sigue ahí suelto y ni siquiera los grandes especialistas en la materia saben a ciencia cierta cómo se trasmite, cómo ataca y cómo se puede vencer. Hay declaraciones y valoraciones para todos los gustos. Y cada cual cree la que mejor se adapta a sus convicciones previas, pero sin estar seguro de nada. De ahí que haya vuelto la inquietud cuando no el pánico. Sensaciones que aumentan diariamente al enterarse uno de los rebrotes que van surgiendo por doquier. De momento, en Castilla y León, no tenemos ni muchos ni muy graves. No pueden decir lo mismo en Aragón, Galicia, País Vasco y, sobre todo, en Cataluña; aquí el aumento de casos ha llegado a la segunda ciudad más poblada de la región, Hospitalet, a las mismas puertas de Barcelona. (Hay una calle con una acera en Barcelona y la otra en Hospitalet). Este agravamiento coincide con la escalada en Lérida, donde la situación está bastante descontrolada y confusa. La Generalitat ha ordenado el confinamiento (vuelta a la alarma) de toda la población. Una juez ha anulado esta orden con el argumento de que tal medida excede las competencias del gobierno regional y debe ser aplicada por el Ejecutivo central. Un varapalo para Torra y su teoría de que las cosas le irían mejor a Cataluña si la gestión de la crisis la llevara él. Pues, parece que no. Las críticas le están lloviendo incluso desde sectores nacionalistas. Y en Lérida ya están comprobando que los lazos amarillos y las voces independentistas no atajan la pandemia. El virus se rige por otros criterios y exige actuaciones sanitarias y sociales y no demagogia y culpar siempre a España de todo lo malo. Veremos cómo evolucionan los acontecimientos, pero lo de Lérida ha puesto en guardia a los ciudadanos. La euforia de hace unos días ha desaparecido. La posibilidad de desandar lo andado es real. ¿Nos servirá para no hacer más tonterías como las que estamos viendo en fiestas, celebraciones y demás?