Un nuevo modelo de negocio postpandemia

Ósqar Tomasi (EFE)
-

La implantación de precios dinámicos en función de la demanda, los horarios o los días de la semana cala en la hostelería que se prepara para un cambio de estrategia sin precedentes

La patronal hostelera asegura que es el momento idóneo en España para empezar a aplicar esta nueva fórmula comercial. - Foto: Emilio Naranjo

Igual que reservar la habitación de un hotel es más caro en fin de semana y sacar un billete de avión no cuesta lo mismo en agosto que en octubre, bares y restaurantes comienzan a apostar por cambiar sus precios en función de la demanda.

¿Pagar más por un café un sábado que un lunes? ¿Aceptar que el mismo plato tiene un coste superior a la hora de la cena que en la comida? ¿Y ofrecer descuentos a quien solo ocupa la mesa media hora porque tiene que volver a la oficina frente a la familia que tardará dos horas en terminar de comer?

Por el momento, es un movimiento incipiente, pero fuentes del sector confirman que grandes grupos de restauración organizada han mostrado un gran interés en testar el modelo, las plataformas digitales de reparto ya hacen pruebas en este sentido y, actualmente, hay proyectos piloto en marcha en algunos locales de España.

Los llamados precios dinámicos son apenas la punta del iceberg de una auténtica revolución que ya asoma en el ámbito de la hostelería, un sector con amplio margen de mejora en digitalización y que, tras la pandemia, se ve abocado a adoptar cambios de calado.

De hecho, es el auge de las cartas digitales, que funcionan a través de un código QR, una de las claves a la hora de modificar precios, ya que detrás de esta estrategia se esconden algoritmos que permiten calcular en función de la ocupación de las mesas cuál es el mejor momento para activar este tipo de acciones comerciales.

«Esto empezó con las aerolíneas en los 80. Luego, fueron los hoteles y el alquiler de coches, y se estabilizó hasta 2010, cuando empezó un boom y lo aplicaron desde parques temáticos hasta empresas de movilidad como Uber», explica el cofundador de Dynameat, Javier Espinosa, firma especializada en asesorar a bares y restaurantes en el concepto de precios dinámicos.

El primero en sumarse a esta estrategia ha sido el grupo de restauración Arzábal, con varios locales en Madrid y en los que testaron en 2020 tanto la respuesta del cliente, ya que lo que más preocupa es «una reacción adversa», como el incremento de rentabilidad.

«En su caso, conseguimos generar un 30% de beneficio adicional», asegura Espinosa, quien insiste en que la herramienta informática que implementan no se dirige únicamente a mejorar el tique medio, sino a conseguir más rentabilidad en el volumen anual del restaurante.

«Muchas veces, se logra a través de cambios en el mix de platos que se ofrecen en el menú», detalla.

Por ejemplo, bajar de precio un producto para evitar stock al final del día o potenciar los platos que exigen menos preparación en cocina en las horas punta para facilitar que los pedidos salgan rápido y haya rotación de mesas. 

El software diseñado por Dynameat plantea cambios no solo en los precios, sino también en la composición de los menús a través de Inteligencia Artificial para que la carta «fluctúe», aunque la última palabra «siempre la tiene el restaurante».

Por el momento, además de Arzábal trabajan en un «piloto» en materia de envío a domicilio, prueban su sistema con grupos como La Ancha o Paraguas, y mantienen conversaciones con gigantes como McDonald’s o Alsea (dueño de Vips, Domino’s y Foster’s Hollywood). «Es el momento idóneo» para que bares y restaurantes adopten los precios dinámicos, tercia la responsable de Hostelería en la patronal del sector de gran consumo Aecoc, Patricia Fernández, quien coloca bajo el foco la gestión de los datos.

Complemento

Fernández revela que tres grandes empresas del sector en España ya se preparan para dar el paso e incide en que los precios cambiantes son una evolución (sobre todo tecnológica) pero no una novedad al 100%, ya que el cliente sí está acostumbrado a pagar un suplemento por consumir en terraza y son habituales las tarjetas de fidelización con descuentos.

«Hace años había un restaurante en Mallorca que cobraba un plus en función de si la mesa en la que te colocaba tenía vistas al mar. ¿No tiene sentido que paguemos la paella del domingo a un precio distinto viendo el mar que otro cliente al que no le importe?», plantea como una reflexión que ya tiene respuesta.