Aulas de tercera edad contra la exclusión digital

A.I.P.
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Una cuarta parte de la población soriana es mayor de 65 años. No están dipuestos a quedarse atrás en la desenfrenada carrera de las nuevas tecnologías. Piden apoyo y se esfuerzan por aprender

Imagen de archivo

La banca se compromete a impulsar medidas para garantizar la atención a los mayores antes de septiembre. Más allá de la crisis interna del Partido Popular y del inminente ataque de Rusia a Ucrania, fue uno de los titulares destacados de los informativos del lunes. Las patronales del sector bancario sellaron un protocolo en el que se comprometen a no excluir a los colectivos vulnerables, entre los que se encuentran los mayores de 65 años. Ampliación de horarios de atención presencial en sucursales, asistencia telefónica personalizada y preferente, y cajeros con lenguaje simplificado fueron algunas de las principales novedades acordadas en el encuentro celebrado en el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, supervisado por la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, y el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.

Los alumnos de las Aulas de la Tercera Edad de Soria matriculados en los cursos de internet y manejo de móvil o tablet están al tanto de estos avances, en particular de la reivindicación y recogida de firmas en change.org promovida por el médico jubilado Carlos San Juan, que exige una atención más humana y ha puesto en el candelero la exclusión social que vive una parte de la población. «Tengo casi 80 años y me entristece mucho ver que los bancos se han olvidado de las personas mayores como yo», así comienza la exposición de San Juan que reclamaba «atención humana» en los bancos y que ha conseguido recabar cerca de 650.000 rúbricas.

«Añadí mi firma a la campaña. Claro que somos mayores, no idiotas», advierte Antonio (75 años) poco antes de acceder al curso vespertino de internet en el centro de usos múltiples de La Presentación.  

Por circunstancias familiares, afirma, no ha podido apuntarse antes a iniciativas de este tipo y tan solo llevo unos días. Su propósito es «actualizar» unos conocimientos adquiridos durante su trayectoria profesional, ya que fue empleado de banca. Así que Antonio sabe bien de lo que hoy se entiende como exclusión financiera o digital.

«Hay que ponerse al día. La banca ha cambiado mucho. Toda la dedicación personal de antes... pues ahora no es igual, eso ya no existe. Ahora lo cotidiano ya no se atiende, solo cuentan los planes de pensiones, los fondos de inversión... ese tipo de productos», relata.

Antonio es usuario de la banca digital, tanto a través de correo electrónico como por aplicación móvil. Y aunque se maneja con soltura con las nuevas tecnologías, comparte «totalmente» la campaña iniciada por Carlos San Juan. Además, es optimista y pone en valor los pasos que se están dando a raíz de la difusión de la iniciativa del médico jubilado. «Parece que está sirviendo para algo», sostiene, al tiempo que admite que, quizás, con el tiempo las buenas intenciones de las entidades bancarias y de las instituciones responsables se vayan diluyendo.

«Hay que intentarlo. Lo que no puede ser es excluir a los mayores, que no puedan disponer de sus ahorros porque todo son inconvenientes: hay que ir al cajero, que no siempre son fáciles, o a determinadas horas de atención al público [...] Yo soy usuario de la banca online, pero hay que ponerse en la piel de los demás», argumenta.

cambio de preferencias. El alto número de cursos en torno a las nuevas tecnologías en la oferta de las Aulas de la Tercera Edad evidencia el interés creciente de los usuarios por estar al día: 110 plazas en dos grupos de iniciación a la informática, seis de internet y foto digital, además de 40 plazas (cursos cuatrimestrales) para el manejo de móvil y tablet. Con música, teatro y cocina y labores domésticas para hombres comparten el epígrafe 'Actividades de integración social', una descripción inequívoca.

El coordinador de las Aulas de la Tercera Edad, Óscar Jiménez, asegura que si se convocaran más plazas de este tipo de talleres, «se cubrirían todas», ya que hay demanda de sobra.

En el mismo sentido se pronuncia el concejal de Acción Social y Juventud, Eder García: «Son personas que quieren estar conectadas. En la pandemia se ha visto lo útiles que han sido las videollamadas, el WhatsApp... En el caso de las Aulas de la Tercera Edad, además de lo que supone la participación en las mismas es una forma de inserción social. En nuestro día a día tenemos multitud de herramientas digitales... tenemos una ventana abierta al mundo desde nuestro smartphone».

Así las cosas, el edil no descarta que en el próximo curso puedan implementarse estos talleres de nuevas tecnologías con otros específicos sobre banca digital, si así se requiere por parte de la Junta Directiva de las Aulas de la Tercera Edad.

seguir aprendiendo. Noelia Delso es la profesora de Nuevas Tecnologías. En la primera de las clases de este lunes de febrero sobre manejo de móviles explica cómo se pueden comprar entradas en la plataforma del centro cultural Palacio de la Audiencia y aclara dudas sobre los métodos de pago, la cuestión que más recelos despierta entre los asistentes. Advierte sobre las posibles estafas en sitios web desconocidos, pero al mismo tiempo sostiene que hay que estar tranquilos si se accede a páginas web seguras de comercio online o como es el caso de la del teatro soriano. «La primera barrera que tienen es el miedo a meter la pata, a hacerlo mal. Los niños aprenden rápido porque tocan, tocan y tocan, sin miedo. Pero a partir de ciertas edades es más: deja y no toques», explica la docente.

Delso pone de relieve que entre su alumnado hay «muchas maestras» que quieren seguir aprendiendo, que están acostumbradas a estudiar continuamente para reciclarse. «Tienen esa necesidad de aprender, pero no tengo la sensación de que se sientan excluidos. Aunque a partir de la campaña en change.org sí han comentado que no hay derecho a que la banca actúe de esa forma», apostilla.

De hecho, Noelia Delso apunta que surgen preguntas para recurrir a la banca online, como sobre el uso de Bizum, aunque en este caso las limitaciones vienen dadas por lo que supone este tipo de operaciones que requieren de privacidad y seguridad, y no pueden exponerse en una clase. «Ahí sí que tienen que tener a alguien al lado para que les ayuda. En general, no son usuarios de la banca online», sintetiza.

La profesora asegura que el interés de los alumnos es «no quedarse atrás», en particular con el manejo de los smartphone, ya que es una herramienta a la que pueden recurrir en cualquier momento o lugar, mientras que profundizar en lo aprendido en una clase de informática o en el uso de un ordenador requiere mayor esfuerzo. Y el que acude «obligado» por los hijos o no les gusta, «avanzan poco».

Lo mismo ocurre con las redes sociales. «Hay alumnos que tienen curiosidad y les encanta. Pero otros no tienen ninguna intención de darse de alta, les da igual. Eso sí, el que se interesa se engancha y el que no, accede una vez y no vuelve a meterse nunca», destaca.

Delso pone de manifiesto que la necesidad de adquirir conocimientos sobre nuevas tecnologías es creciente, porque lo impone la época y porque hay personas que ahora están en los cuarenta o cincuenta años que también se verán obligados a ponerse al día.

no quedarse atrás. Emilia tiene 80 años y es licenciada en Historia, si bien desarrolló su carrera profesional en la Administración. No ceja en su empeño de seguir aprendiendo, en «no quedarse atrás», reitera. Es alumna del curso de manejo de móviles y tablets, aunque lleva varios años asistiendo a distintos talleres de informática. «Del móvil sabía lo básico, pero no todo lo que se puede hacer con este dispositivo», afirma. 

Por su parte, Araceli, de 70 años,  interrumpió su asistencia a las clases, ya que durante la pandemia ha pasado más tiempo en el pueblo. «Este año lo he retomado. Me gusta y hay que aprender, son las circunstancias de la vida que nos toca vivir», confiesa.

Esta soriana aplaude la iniciativa de Carlos San Juan con la recogida de firma para poner de manifiesto las limitaciones de la banca a las personas vulnerables. «No nos pueden discriminar», exhorta. No tiene problemas para manejarse con la banca online, aunque prefiere el asesoramiento personalizado. «En mi banco me tratan bien. Ahora me defiendo bien, pero hay cosas en el extracto que no las encuentro, así que las pediré en papel. ¿Y si se equivocan?», sostiene.