Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Divorcios

04/07/2020

Cuentan los abogados que el confinamiento ha sido letal para la vida en pareja y que nunca han tenido más casos de divorcios y separaciones. Era previsible: septiembre suele ser un mes con alto número de esa clase de demandas; los que andaban regular no soportan compartir un mes juntos cuando tienen poco que compartir y mucho que recriminarse, mientras que para otros septiembre es el mes en el que finalizan unas semanas que dejan recuerdo imborrable que no se repetirá hasta un año más tarde, cuando volverán a disfrutar de la vida en familia, que es lo que hicieron durante las vacaciones. Los segundos no acudirán al abogado para nada, mientras que los primeros lo hacen cuando comprenden que es mejor arreglar las cosas cuando están deseando perder de vista al hombre o mujer con el o con la que ya no aguantan un minuto más de convivencia.

Si eso ocurre en verano, qué no habrá ocurrido en tres meses de confinamiento en el que ni siquiera cabe la posibilidad de echarse a la calle para dar una vuelta y tranquilizarse cuando la tensión en casa se hace insoportable. De hecho, los abogados que lo han pasado mal porque apenas han tenido ingresos durante tres meses, se consolaban pensando que, cuando se acabara el encierro entrarían en el bufete un buen número de casos de divorcio. Sabían por experiencia que compartir espacio y tiempo une a los unidos y separa a los que se encuentran mejor cuando no está cerca su pareja.

En esta nueva normalidad que es la de siempre excepto por las mascarillas y la distancia de seguridad -aunque no es nada normal para quienes han perdido a alguien querido o no acaba de recuperarse del maldito virus, millones de españoles han perdido su empleo o temen perderlo- familiares y amigos anuncian que se separan, que se divorcian, y solo cabe aceptarlo y prestarles el apoyo emocional que puedan necesitar.

No hay divorcios sin embargo en política, y eso que son muchos los que desearían que, por el bien de los españoles, se produjera una ruptura en el gobierno de coalición, porque nada bueno puede salir de un gobierno con Podemos dentro. Pero a Pablo Iglesias no se le echa ni con aguarrás porque nunca se ha visto en mejor situación, ni Sánchez debe tener muchas ganas de prescindir de él. Se fía más de que Iglesias le siga prestando apoyo incondicional - por la cuenta que le trae a Iglesias- que cualquier otro partido con el que pueda conformar una mayoría estable. Que solo podría ser el PP, con ninguno de los otros sumaría suficiente y necesitaría completarlo con otros que siempre ponen condiciones imposibles cuando llega el momento de pedirles sus votos. Normalmente pretenden dinero , ponen vetos o exigen que se tomen decisiones que Sánchez no acepta ni en pintura.

Tiempo de divorcios… excepto el que infinidad de españoles esperan.