"En el Tercer Mundo pecamos de no darles la palabra"

Juana Samanes
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Comprometida. Le gusta involucrarse en los problemas reales. Desde el año 2016 ha estado trabajando como voluntaria en varios campos de refugiados

"En el Tercer Mundo pecamos de no darles la palabra" - Foto: Daniel Pérez

De su experiencia como voluntaria en un campo de refugiados en Grecia surgió el argumento de La voluntaria, la segunda película de la joven directora catalana Nely Reguera tras María y los demás. El resultado es un filme donde se plantean preguntas que muchas personas se hacen sobre esa labor.

¿Qué le impulsó a realizar una película tan desmitificadora sobre el voluntariado?
Quería mostrar que no es tan sencillo, quería desmitificar la imagen del salvador blanco, que me molesta mucho, y hacer ver toda la complejidad, sin desmerecer en absoluto la labor de los que se van de voluntarios. Pero quería dejar claro que nos es tan fácil y que no se trata solo de buenas intenciones, de ganas de ayudar, sino que va más allá de eso.

Usted fue, por primera vez de voluntaria, en 2016, en Grecia, y creo esa experiencia le hizo plantearse muchas preguntas…
Así es. Te encuentras a cientos de personas que vienen de una guerra, de haberlo perdido todo, de un viaje traumático al cruzar el Mediterráneo, de una estancia en Turquía, donde a los sirios no se les trata especialmente bien en ese país. Conoces a gente que ha sufrido mucho, abandonados, con una sensación de encontrarse en el limbo. Y los voluntarios llegamos allí, ayudas, colaboras, pero te haces preguntas sobre tu comportamiento con esas personas, sobre cuanto debes abrirte, o, cómo debes ser de cariñosa. 

Todos los actores que hacen de refugiados en la película lo son en la vida real"

¿Y llegó a alguna respuesta?
Es muy difícil generalizar y por eso muestra diferentes tipos de voluntarios. A la respuesta que llegas es que cada vez en Occidente somos más egocéntricos, consumistas, desapegados y que por mucho que tengamos sentimientos humanitarios, el esfuerzo que ponemos por ayudar al otro es mínimo, nuestro bienestar siempre va a estar por encima. 

¿Hace mucho daño el buenismo o el falso romanticismo?
En la película vemos que el personaje de Marisa, que interpreta Carmen Machi, peca de cierto paternalismo. Cuando entra en la tienda del matrimonio con sus hijos, que cuida del huérfano Admeh, ves que ella no les escucha, ni empatiza con ellos. Como occidentales pecamos de esa tendencia a pensar que les conviene a la gente, al Tercer Mundo, y pecamos de no darles la palabra y de no ponernos, realmente, en su lugar. 

Asombra que la protagonista sea Carmen Machi, una gran actriz y muy popular pero normalmente encasillada en comedia. 
Yo tenía claro que quería una actriz con vis cómica, quería esa ligereza y me atraía esa capacidad de generar la empatía que Carmen posee. 

A Machi la acompaña gran parte de su interpretación un niño. ¿Fue complicado encontrar al adecuado, A Hamam Aldarweesh-Almanawe, que interpreta a Admeh?
Muy complicado, era un niño sirio que vivía en el campo de Grecia. De hecho, todos los actores que salen en la película son refugiados.