Bécquer no es el único que da miedo

Sonia Almoguera
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De 'El monte de las Ánimas' hay hasta tres versiones distintas con protagonistas y variantes diferentes

Bécquer no es el único que da miedo - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

«La Noche de Difuntos me despertó, a no sé qué hora, el doble de las campanas. Su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria...». Así comienza 'El monte de las Ánimas', una de las más populares obras de las 'Rimas y leyendas' de Gustavo Adolfo Bécquer. Publicada inicialmente el 7 de noviembre de 1861 en el rotativo madrileño 'El contemporáneo' fue uno de los primeros escritos que pusieron a Soria en el mapa literario del siglo XIX y que contribuyó a crear su imagen poética, bajo el ideario romántico, como un lugar remoto entre la historia y la tradición, donde la noche, el ladrido de los perros y el ulular del viento sobre los cristales convergían en un escenario tan fastasmagórico como atractivo. Como ya hicieran en su día Lord Byron, sir Walter Scott, E.T.A. Hoffman y otros autores románticos actualizando y poniendo en valor esas historias misteriosas de castillos o fantasmas, 'cuentos de viejas' que amenizaban las veladas al amor de la lumbre transmitidos de generación en generación, el propio Bécquer reviste el 'El monte de las Ánimas' de ese origen de tradición oral que, «por pasar el rato», asegura en el propio relato, se decide a escribir. 

Determinar cuánto de imaginación del propio poeta o cuánto de 'juego o engaño literario' encierra esta afirmación, así como qué porción de realidad contiene esta popular 'Leyenda' es una incógnita. Lo cierto, comenta el presidente de la Asociación de Amigos de las Ánimas, Ernesto López, es que un año antes de que Gustavo Adolfo Bécquer la publicara en 'El Contemporáneo', el geógrafo Francisco Coello marca ya en el plano que hizo de la capital soriana el monte de las Ánimas, el lugar donde el poeta sitúa la brutal batalla entre nobles de Soria y caballeros templarios que sus esqueletos repiten desde entonces la Noche de Difuntos, un enclave que, oficialmente, lleva por nombre monte de Peñaranda. Lo cierto también es que el topónimo de Las Ánimas podría hacer referencia a una antigua cofradía soriana que se llamaba así y encargada de los enterramientos y con derecho al usufructo de algunos terrenos de cultivo o de pastos ganaderos como, en origen, fue este monte. «Ahora lo vemos como un bosque de robles, pero explorando para diseñar el itinerario de la segunda edición de la Carrera de las Ánimas, hemos encontrado restos de hasta cinco majadas», explica López. Sea casualidad o todo lo contrario, Bécquer, asegura, aprovecha «de forma magistral el topónimo» para idear toda la historia. 

Decía Florentino Zamora, compilador de leyendas de ambientación soriana, que no hay que confundir éstas con la tradición, «que es el canal o instrumento de transmisión oral o escrita, de noticias y relatos, ni con la historia, fiel anotadora de la verdad de los hechos, pues la leyenda, como nacida de la fantasía popular, disfruta de cierta licencia». Pero no es difícil imaginar a Gustavo Adolfo Bécquer, persona de gran curiosidad intelectual, hablando con los lugareños sobre antiguas historias carismáticas la ciudad y la provincia, recorriendo o buscando los lugares de la ciudad en los que se ambientaban., relacionando hechos y lugares... A pesar de que, en realidad, nunca hubo caballeros templarios en Soria, «sólo hospitalarios», recala el presidente de los Amigos de las Ánimas. 

un relato «increíble». «¿Que algunas leyendas becquerianas pertenecerían a la tradición oral soriana? Es posible», concede Ernesto López. Aunque la auténtica verdad es que el talento narrativo del poeta es lo que convirtió a historias como 'El monte de las Ánimas' en una obra maestra de la literatura. El texto, que Ernesto López confiesa que se sabe de memoria y que hace 36 años dio origen al Festival de las Ánimas, es desde todos los puntos de vista «increíble» por su prosa «limpia» y por el magistral uso de tres tiempos narrativos distintos, subraya López. «En primer lugar nos habla el propio Bécquer desde el siglo XIX y nos sitúa a los protagonistas de la historia, Alonso y Beatriz, en el siglo XVI, pero además, nos remonta a un hecho que tuvo lugar en el siglo X», añade López. Si a eso se añade la «tensión» dramática del relato y esa aureola trágica y romántica con la que tiñe el destino de Alonso y Beatriz se obtiene, sumada a la 'ecuación' el gran talento  de Bécquer, el secreto de por qué este relato se ha convertido en uno de los más conocidos y populares del poeta.

De hecho, puede decirse que es una de las leyendas sorianas más conocidas y eso que Florentino Zamora llegó a catalogar unas 150 en torno a distintas temática: de caballerías, históricas, amorosas o incluso fantásticas... Dos más de esta última categoría llevan por nombre también 'El monte de las Ánimas' y exploran asuntos similares aunque con diversas variantes e, innegablemente, con menor brillantez  literaria. 

colás y el conde guido. En la primera, publicada en el año 1894 por José Cacho Molina en el número cuatro de la publicación de 'Recuerdo de Soria', se hace referencia a la propia leyenda «del inmortal Gustavo Adolfo Bécquer» que había leído de uno de los personajes en nada vinculado con Alonso y Beatriz. En este nuevo 'El monte de las Ánimas', Colás, la víspera del Día de Difuntos, pasa por este paraje y al llegar muerto de miedo a su casa contempla con estupor cómo las velas y los buñuelos de viento que llevaba en sus alforjas se han convertido en varas de acebo y en «una masa informe y de color extraño». 

Una tercera versión de la leyenda se publicó en verso en el rotativo 'El avisador numantino' bajo la autoría del párroco Agapito Apanseque y Blanco. En ella narra las tropelías del conde Guido junto a su partida de bandidos, que, una vez muertos, siguen causando tropelías por doquier los meses de noviembre profiriendo «lamentos tristes,/ diabólicas carcajadas,/ de huesos hondos chasquidos,/ que bailan danza macabra...», concluye el relato.

Dentro de la tradición soriana Florentino Zamora consiguió recopilar otras 23 leyendas fantásticas, incluidas las cinco que Bécquer ambientó en la provincia (además de 'El monte de las Ánimas', 'El rayo de luna', 'Los ojos verdes', 'La promesa' y 'La corza blanca') y 'La tierra de Alvargonzález', de Antonio Machado. Algunas como la del pueblo de Mortero, en el que todos sus habitantes, menos una anciana perecen en el gran banquete de una boda o la posesión demoniaca que sufre en el siglo XV una joven soriana en 'La energúmena', de Federico Muntadas Jornet, siguen traspasando esa línea entre la realidad y ficción, que gracias a la fantasía de los narradores (y de los lectores), acaban situadas en el terreno de lo legendario.