Editorial

Con la ciencia, la prudencia y la responsabilidad

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El ritmo de vacunación está siendo elevado en España, superados los problemas de abastecimiento sufridos hace unos meses por los incumplimientos de las empresas farmacéuticas. Este mismo mes se conseguirá superar el 70 por ciento de la población ya inmunizada y con ello se dota de cierta tranquilidad a la ciudadanía y se contiene el contagio por el coronavirus. Esta situación, que prácticamente es similar en toda Europa, no sucede en otras partes del mundo, e indudablemente en un contexto global como el actual es imprescindible que la inmunización llegue a todos los habitantes del planeta cuanto antes. 

El optimismo por el avance de las inoculaciones no puede desbocarse porque estamos en plena quinta ola, aunque parece que en los últimos días la curva ha iniciado un descenso lento pero sostenido y es ya improbable que pueda volver a una mayor incidencia si se mantienen las medidas de prevención y las recomendaciones sanitarias que recuerdan diariamente las autoridades. Por este lado, se avanza poco a poco hacia el final de la pandemia, pero quedan aún muchas incógnitas y preguntas sin resolver. No se puede predecir con el suficiente rigor cómo evolucionará la pandemia, qué efectos dejará en los contagiados, si llegarán más olas o más variantes, si habrá que volver a vacunarse...

Lo que sí reiteran los científicos es que estamos ante un virus que ha llegado para quedarse y ahora el reto está en hacerle menos dañino, tal como sucede con otros como el de la gripe. 

La OMS ha reclamado que se suspendan las terceras dosis en los países más avanzados en vacunación hasta que al menos un 10 por ciento de la población mundial esté inmunizada. Este llamamiento se produce mientras hay gobiernos que anuncian ya que habrá que ponerse varias dosis más, e incluso que habrá que hacerlo anualmente para seguir disponiendo de defensas en nuestro organismo contra el coronavirus. 

Todos estos debates y opiniones generan mucha confusión entre los ciudadanos y deberían desterrarse de la escena política. No debe usarse esta trágica situación mundial para atacar al rival político. Han de ser los sanitarios y los científicos los que marquen el camino y lleven la voz preponderante, como así se decía al inicio de la pandemia y con escaso seguimiento en nuestro país. Hay que seguir reivindicando que la ciencia hable y señale la ruta de la lucha contra la covid, y que las autoridades políticas sigan sus recomendaciones.

Los ciudadanos hemos de hacer uso de algo tan a mano y a veces tan escaso como la prudencia y la responsabilidad.