Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


No apto para cardíacos

15/07/2022

Lo de ir a hacer la compra no es apto para cardíacos. Yo ya hace tres semanas y dos días que en la frutería no miro el precio del melón ni de la sandía. Mientras espero mi turno me entretengo con el móvil o con la novela que me tiene enganchada o me salgo a la calle. Cuando me toca pedir miro a los ojos de la frutera para no ver esas cifras y evitar así una subida de tensión. No he comprado melón ni sandía todavía. Le pido un kilo de peras y uno de ciruelas claudias. Las claudias me recuerdan al pueblo de mi madre, porque en mi infancia allí había muchas. Cuando yo era pequeña las cogíamos directamente del ciruelo y nos las comíamos sin lavar. Nos decían que si comíamos muchas nos daba cagalera y hacíamos concursos de a ver quién come más y quién tiene más cagalera. Pero debe ser que los intestinos y estómagos infantiles eran inmunes, porque nunca padecimos de vientre flojo.
Leí con mucho interés el artículo de este periódico, los sorianos pagarán este año 500 euros más por la cesta de la compra. Eso sin saber cómo evolucionará la inflación en el segundo semestre. Para Navidad volveremos a elaborar nuestros menús como en nuestra infancia en la que casi todo era un extraordinario: gambas, cordero, besugo y espárragos. En los últimos años sorprender a la familia en las cenas y comidas navideñas era complicado, porque nos habíamos acostumbrado a comer de todo a diario. He pensado que voy a ir ahorrando para los turrones y polvorones, porque me temo que me pasará como ahora con los precios del melón y la sandía. Al encarecimiento de la cesta de la compra tendremos que sumarle la luz, el gas y el combustible. A no ser que nos encomendemos al cambio climático, igual tenemos que cenar en Nochebuena con el abrigo, porque a ver quién se atreve a encender la calefacción. Aunque las conversaciones con los cuñaos y la sidra el gaitero (el cava y el champán estarán prohibitivos), nos subirán la temperatura y quizá podamos quedarnos con el forro polar y la camiseta térmica. Haremos regalos artesanos elaborados con nuestras propias manos. Los que en vez de manos tengan manazas podrán reciclar las mil prendas, objetos y demás enseres que llenan la casa y no usamos nunca. Otra idea, para los más pudientes, es regalar frasquitos de gasolina que serán mucho más lujosos que los de esos perfumes que nos anuncian en francés a todas horas por la tele.
Mientras pasan los días a la misma velocidad que sube la vida, seguimos esperando a que nos suban los sueldos, porque los precios una vez que suben ya no bajan. Lo que me llama la atención es cuando se pide a los políticos esas medidas para las economías domésticas. Como si los políticos no consumieran o no fueran ciudadanos como nosotros. ¡Uy! Se me olvidaba que ellos tienen otros sueldos y pueden mirar sin miedo el precio de la sandía y el melón, aunque anden mal del corazón. Incluso comprarlos.