Familias de acogida, un segundo hogar

Sonia Almoguera
-

Pilar Antolín y Félix Sanz cuentan su positivaexperiencia como padres de acogida

Familias de acogida, un segundo hogar - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Hay dos momentos decisivos en los que uno siente que ya no hay vuelta atrás, que sus respectivas vidas, casi en un instante, han comenzado a estar ligadas por un fuerte vínculo: «Cuando te cuentan la historia del niño y cuando lo ves por primera vez», explica Félix Sanz. Pero su mujer, Pilar Antolín, tiene claro que sintió todo un «flechazo» antes, al ver por primera vez una foto del niño que tienen en acogida familiar. 

El pequeño llegó a sus vidas con dos años de edad y, un lustro después, el balance de su participación en este programa de la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León que coordina Cruz Roja Española ella misma lo resume con una gran sonrisa y dos palabras: «De maravilla». «Es que lo miro», prosigue Pilar, «y me digo que con él nos ha tocado la lotería», comenta con los ojos brillantes y sin parar de sonreír. 

Pilar y Félix son una de las ocho familias sorianas que actualmente forman parte de este programa que posibilita que los menores que, por diferentes razones no pueden ser criados, atendidos y educados por sus progenitores, vivan de forma temporal o permanente en un ambiente estable en el que no falte el cariño. Ambos tenían ya una hija pero, procedentes de familias muy numerosas, siempre habían querido tener más niños. Habían valorado previamente la adopción, «pero veíamos que no era fácil. Yo por aquel entonces viajaba mucho por trabajo y por amigos que lo habían intentado en otros países sabíamos que era muy complicado», relata Félix. 

Cuando una amiga le habló a Pilar de la opción del acogimiento, decidieron inscribirse y hacer el curso de preparación (el último celebrado por Cruz Roja tuvo lugar el pasado mes de abril y está previsto uno próximo en otoño). Estuvieron casi dos años esperando. Hasta que un día el teléfono sonó… «Y la primera vez que lo vimos…», se emociona Pilar. Los ojos se les humedecen a ambos. 

La adaptación fue muy buena. Al principio, el protocolo de acogida marca un período en el que el niño y los padres de acogida comienzan a conocerse poco a poco pasando juntos primero unas horas; progresivamente, más tiempo. 

Con dos añitos aún no hablaba mucho y tenía algunos problemas de psicomotricidad, pero les sorprendió que un niño tan pequeño no necesitara ayuda para comer y se fuese solo a dormir. También que el primero y el último beso de buenas noches, en realidad todos los besos del día, siempre tuvieran que ser para él. «Nuestra hija entonces tenía nueve años y compartían habitación. Le dábamos un beso primero a él pero, cuando le dábamos otro beso a ella, le oías decir: a mí, a mí.. y eso que apenas sabía hablar», recuerda efusivamente Pilar. Pronto se dieron cuenta de que necesitaba (necesita) mucho cariño y mucha atención, como «250 horas al día», comenta con entusiasmo Pilar. Aún hoy, asegura, necesita sentirse atendido y tanto Pilar como Félix y el resto de su familia están encantados de demostrarle día a día todo el cariño y el amor que tienen a este pequeño que ha revolucionado para bien sus vidas.

La integración en su entorno familiar fue también muy buena. Su hermana de acogida, tras una breve fase de «no lo soporto» seis o siete meses después de su llegada, pasó al «si se va, me muero» y, de hecho, ahora tienen una relación muy especial, destaca Pilar. «Ella es su líder. Lo que le dice, lo hace al instante», indica.  

Con sus primos la relación fue muy buena y natural desde el principio y para él fue un maravilloso descubrimiento eso de tener un pueblo donde jugar libremente con ellos sin parar. El resto de la familia, no obstante, tuvo que relajarse y aprender a normalizar la situación. «Al principio la atención que le daban era muy exagerada, de comprarle cosas todos los días», explica Félix. Pero tras hablar con ellos, todo tomó el cauce adecuado. «Nos ha aportado mucha felicidad a toda la familia. A mis hermanos, a sus primos, que están emocionados con él...», recalca Pilar.

«igualito». Muy pocos conocen su historia. Tanto que atesoran algunas anécdotas muy divertidas. «Un día, lo dejamos con mi madre y se lo llevó de paseo al parque. Allí se encontró con una conocida que le dijo: «Anda, pero si es igualito a tu otra hija», y mi madre contestó: «Pues sí, igualito», comenta entre risas Félix. 

En un principio se pensó que el pequeño podría arrastrar un leve retraso psicomotriz, pero como destaca Esther Izquierdo, psicóloga del programa de Acogimiento Familiar en Cruz Roja, estar con Félix, Pilar y su hermana de acogida, ha dado al pequeño «mucha vidilla» y hoy día muchos de esos problemas han desaparecido o están en vías de hacerlo. «Es un niño de primero de Educación Primaria normal», subrayan orgullosos sus padres de acogida. «Se intenta superar muchísimo, más que cualquier otro niño», reseña Pilar. Sus logros, jornada a jornada, son una de las mayores alegrías de esta pareja. «Es muy inteligente», detalla Pilar. «Y tiene una gran curiosidad y un ansia por aprender… Cuando algo le interesa todo lo absorbe», apunta él. «Es que es un pesado», recalca entre risas Pilar. Todos los logros y metas que va alcanzando el pequeño los celebran con entusiasmo. A ambos se le 'cae la baba' hablando de él. «Al principio piensas que eres tú el que le aporta una familia, pero, en realidad, nos aporta él más que nosotros a él», confiesa Félix. «A mí me ha rejuvenecido», insiste Pilar sin dejar de sonreír. Y tanto, señala Félix, porque no para de jugar con él. «Yo me ocupo de las cosas de estudio», apunta él con semblante tranquilo. 

Comenzó llamándoles Félix y Pilar. Ahora son para él papá y mamá. «Y sí», contesta Pilar con un brillo en los ojos antes de que se le formule la pregunta, «se le quiere igual que a un hijo biológico». 

mantener el contacto. Mantener el contacto con la familia extensa del pequeño, una de las condiciones del programa de acogida para que el menor tenga presente sus raíces, era, confiesa Félix, lo que más reparo le daba al principio. «Pero le tratan muy bien. Todo en orden», concluye. Son conscientes de que, a medida de que vaya creciendo y sienta curiosidad por conocer los detalles de sus orígenes, el porqué sus padres biológicos no pueden hacerse cargo de él, tendrán que afrontar momentos delicados, contarles su historia y hacerlo de la manera más delicada posible, pero con sinceridad. «Creo que lo más importante es no engañarle. No mentirle en nada. Contarle hasta donde pueda entender», insiste Félix. Poco a poco.

apoyo. Para afrontar éste y otros momentos difíciles así como las dudas, todos los padres de acogida disponen del apoyo y asesoramiento del equipo que conforman en Cruz Roja Soria la trabajadora social Marina González y la psicóloga Esther Izquierdo. 

Pero Pilar y Félix también cuentan con su propia experiencia como padres. Aunque, en este sentido, aseguran, éste es un aprendizaje continuo, un viaje maravilloso lleno de un amor que no tiene fin. Recomiendan la experiencia a otras personas. «Si pudiéramos, nos animaríamos con más niños de acogida», concluye Pilar.