Los Pajaritos acogía un partido de esos que están destinados a poner a los equipos en su lugar. Un Melilla en horas bajas llegaba desde la séptima posición para enfrentarse a un Río Duero Soria que de ganar daría el impulso definitivo a los celestes para estar en los puestos de honor de la Superliga.

En encuentro estuvo a la altura de las expectativas desde el comienzo. Los de Alberto Toribio, plenos de una confianza que solo puede aportar cuatro victorias consecutivas, salían muy atrevidos y parecía que encauzaban el ser (20-16). El actual campeón de Copa daba una muestra de las razones que le llevan a ser uno de los grandes este año y se llevaban la manga por 25-27.

El conjunto soriano recibía una clara advertencia: si no jugaba a un nivel excelso durante todo el partido, no podría ganar. Los de Alberto Toribio aceptaba el reto. Durante toda la segunda manga ofrecieron una gran solidez que les llevaba a igualar las fuerzas (25-20).

Con todo en el aire, el tercer set mostró desde el principio que ante la falta de claridad en el remate, el que tuviese la cabeza más fría cobraría ventaja. Hasta el 8-8 las fuerzas se mantuvieron equilibradas, pero errores propios locales disparaban al Melilla (9-14). Tocaba remar y los celestes se pusieron el mono de trabajo hasta el 20-21, pero los visitantes no perdieron la calma para ponerse de nuevo en cabeza (23-25).

El cuarto set fue una auténtica batalla de titanes, dos colosos que ofrecieron un gran espectáculo al público de Los Pajaritos, que sin embargo se iban con sabor agridulce al ver caer a su equipo por 29-31. El Río Duero suma su segunda derrota de la temporada, pero vuelve a dejar una gran imagen.