Y el fuego destapó el ábside del Espino

Ana I. Pérez Marina
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En 1952 la iglesia sufrió un grave incendio que calcinó el retablo barroco y afectó a varias obras y tallas de gran valor. La implicación vecinal fue clave para que no se propagaran las llamas a todo el templo

Y el fuego destapó el ábside del Espino - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

La catástofre de Notre Dame ha aflorado antiguos fantasmas y episodios que fueron dramáticos para el patrimonio en todo el mundo. La ciudad de Soria también vivió un capítulo de esas características que se remonta a1952, cuando se declaró un incendio en la iglesia del Espino que arrasó el retablo barroco y afectó a diversas piezas y tallas, entre ellas la de Nuestra Señora del Espino. Aunque, como admite el párroco, Tomás Oliva, no hay mal que por bien no venga, ya que la destrucción de este retablo permitió que quedará al descubierto el «maravilloso» ábside, que pudo a la vez ser restaurado al haber quedado muy deteriorado. «La iglesia estaba negra y se limpió. Y a la hora de limpiarla apareció este ábside. Es magnífico, con las filigranas que vemos con las flechas de Santiago o los escudos de las familias que permitieron la construcción de la iglesia, como los Betetas», cuenta el sacerdote, que lleva al frente de esta parroquia 16 años y apunta que cuando se produjo el fuego ocupaba este puesto Celestino Zamora. 

El párroco relata que la rápida intervención y la implicación vecinal, tal y como le han contado numerosos feligreses que vivieron y recuerdan el suceso, permitió que las llamas no avanzaran por todo el templo ni llegaran a la techumbre de madera, lo que hubiera acabado por completo con esta iglesia. Las aportaciones de los fieles  y del Ayuntamiento de Soria facilitaron la restauración y limpieza de la iglesia, que solo un año después del fatídico incidente tuvo una talla nueva de la patrona Nuestra Señora del Espino, escultura que se atribuye a Félix de Frutos. «Esta talla [la que preside el ábside] es imitación de la antigua y se fabricó en un taller de Madrid», enseña el párroco. Y es que el retablo quemado tenía una abertura para pasar al camarín de la Virgen, que  quedó igualmente destruido.

Pero no solo el gran retablo barroco, «similar a los que se encuentran a los laterales pero de grandes dimensiones», se vio afectado por el incendio. También los cuadros de San Pablo ermitaño y San Saturio, de Carrilero, resultaron seriamente dañados, al igual que las tallas de Santa Lucía y San Blas, de las que hubo que eliminar la huella que dejó el fuego.

De aquel retablo barroco incendiado aún se conservan las grandes columnas, que se guardan en la concatedral de San Pedro de la capital, incluso «en algún momento» han llegado a estar en el claustro románico. «Realmente no sabemos qué hacer con ellas», admite el párroco de la iglesia del Espino.

las causas. El sacerdote comenta que se desconocen las causas que provocaron aquel fuego hace 67 años,  «si fue por velas o por una deficiente instalación eléctrica». En cualquier caso, el incidente conllevó la puesta en marcha de algunas medidas de seguridad, como la colocación de puertas de metal o la sustitución del sistema eléctrico, renovado más recientemente por luces led que no manchan ni los muros ni los bienes del templo.

«Como edificio privado de confluencia pública, todo lo que es la instalación eléctrica, por ejemplo, exige unas determinadas normas, aunque el cableado desdibuja un poco la arquitectura de la iglesia, pero es necesario y obligatorio para evitar incendios», añade.

También se aprovechó la intervención, que se prolongó durante aproximadamente una década, para retirar el púlpito, del que todavía quedan señales, y se encargó el frontal del altar para el nuevo culto, que fue obra de los mismos canteros sorianos que se ocuparon del tratamiento del ábside.