Residuo cero: en busca de la autarquía

S.Ledesma
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Cada vez más personas viven de un modomás sostenible. Hablamos con dos de ellas, con diferentes proyectos y un mismo camino:el respeto por la biosfera y por sí mismos

Residuo cero: en busca de la autarquía - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Vivir de una manera sostenible es vivir dentro de la capacidad regenerativa de ese entorno». Así de fácil,   -así de difícil-, lo expone Juan José Marqués, impulsor de la Escuela de Vida Sostenible, un espacio en Muro de Ágreda en el que desarrolla un proyecto basado en la permacultura, «que significa cultura de permanencia». Por su parte, para Chema Vázquez, instalado en Rioseco de Soria con una vida «casi» autosuficiente, el sendero se centra en la «recuperación de la soberanía de los pueblos a través de una red de apoyo mutuo rural», una iniciativa que le gustaría concretar en breve. 

Cada vez se ven más intentonas de generar menos basura a través del movimiento zero waste (residuo cero) con cinco sencillas R: rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y reintegrar. Pero no todas llevan a la autosuficiencia, como en caso de estos dos ejemplos sorianos que han adoptado «una vida más simple, menos materialista y con mayor cultivo de uno mismo». 

Marqués comenzó hace muchos años con este proyecto después de hacer cooperación internacional. Al regresar a España contactó con lo neorrural, pero la sostenibilidad económica de este movimiento suele depender de la actividad urbana. Así, llegó hasta la permacultura, que engloba muchos términos, desde la agricultura regenerativa a lo social y lo económico, con el autoabastecimiento y la protección medioambiental en una especie de círculo, pues «la naturaleza no produce residuos». No es un ideal, «es una forma de vida», un «pensamiento sistémico: de la cuna a la tumba», como en economía circular, que exigiría «el rediseño de la sociedad entera». «¿Lo positivo?, -se pregunta-: estamos despertando de lo que hemos hecho mal». 

 Para Marqués «es un estilo de vida más pleno y consciente. El consumismo nos consume a nosotros mismos: se emplea un dinero que nos ha costado muchas horas de libertad e inspiración para que luego las cosas vayan a la papelera a la velocidad del rayo y eso crea ansiedad por tener más», reflexiona. Lo suyo sería, continúa, «tener un mejor conocimiento de nosotros mismos para tener más vida interior, y esa plenitud se consigue mirando hacia adentro, viendo mi papel en el planeta, seguramente en la regeneración de la biosfera porque somos una pieza y pensamos que estamos fuera». 

red rural. Chema Vázquez recaló en Rioseco después de dar un volantazo a su vida hace 30 años y comenzar con la autogestión de la salud, primero en Bilbao y después en Coín (Málaga), donde también aprendió técnicas de ecoagricultura. Cuestiones ambas que no sólo desarrolla en su hogar (instalado en el antiguo colmenar), sino que también traslada al pueblo, donde trabaja como alguacil. Pese a asegurar que todavía no es autosuficiente ni totalmente residuo cero   -«tengo móvil y furgoneta», se disculpa-, sus proyectos de bosque comestible social, bancales elevados, baño seco, cultivo de huerto con plantas medicinales incluidas y compostaje propio, entre otras acciones, dan buena cuenta de su actividad hacia este camino. 

«Muy motivado» con la recuperación de «un mundo rural que nos haga más soberanos» tiene en mente buscar personas afines para organizar una comunidad en la que los pueblos se apoyen entre ellos a través de una agroecología «con respeto, calidad y conciencia para obtener productos nutritivos que nos aporten energía y alegría». Sería «tratar de incentivar que vengan personas con ese tipo de conciencia» para poder repartir esa producción «en cestas para familias o hacer una conservera con el excedente». Ideas no le faltan. Lo que escasean son manos que apoyen iniciativas que persiguen el «bienestar de la comunidad».