Editorial

La carrera electoral y las necesidades reales de la sociedad

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La cuenta atrás para el maratón electoral que espera en este 2023 ha comenzado. La carrera por conseguir el mayor número de apoyos de cara a las municipales y autonómicas del próximo 28 de mayo se libra ya en clave nacional, donde las formaciones sacan toda su artillería verbal para cargar contra el adversario, al mismo tiempo que tratan de sacar a relucir las bondades de lo que son sus actuales políticas o de lo que serían en el caso de estar en el poder. Ayer se pudo comprobar en los diferentes mítines que tuvieron lugar, con un Sánchez que sacaba pecho por la subida del SMI y se postulaba como el abanderado de la lucha por una sanidad pública de calidad, mientras que Feijóo instaba al presidente a adelantar los comicios para ahorrar a los españoles diez meses más de "colapso". Este primer termómetro con las urnas va a condicionar y mucho el devenir de una legislatura que dará paso, ya a finales de año, a unos comicios generales cuyo resultado, pese a la tendencia que apuntan numerosas encuestas, son inciertos. Los errores ahora, sean del signo que sean, se pagan en las urnas.  

En las últimas décadas se ha experimentado un cambio con respecto a la forma tradicional de gobernar. El bipartidismo, sobre todo en las últimas citas electorales, parecía haber desaparecido, con la irrupción de otras formaciones que han logrado hacerse un hueco en ayuntamientos y comunidades, donde incluso han tenido la llave de la gobernabilidad en sus manos. Hoy la tendencia parece clara y cada vez se antoja más difícil que PSOE y PP marquen el paso en solitario y se vayan alternando en el poder sin la necesidad de contar con otros apoyos, más allá de los puntuales de los nacionalistas. 

Nadie duda de que los socialistas estarán obligados a repetir un Gobierno de coalición, quizás con Podemos de nuevo como socio preferente -pese al mal momento que atraviesan por la crisis de la Ley del sólo sí es sí-, si quieren continuar en el poder, y que los populares pueden necesitar hacer lo propio con un Vox, que ha puesto sobre la mesa la posibilidad de lanzar una moción de censura que está condenada al fracaso. Es ahora donde también entran en juego las estrategias partidistas para rascar respaldos de los que, a la postre, pueden ser los socios de gobierno de unos y otros. Sin embargo, la ciudadanía lo que espera de los partidos es que tengan altura de miras y sentido de Estado, con propuestas útiles y tangibles que respondan a las necesidades reales de una sociedad cansada de promesas incumplidas y del sempiterno y tú más.