Editorial

La quimera de la lista más votada y el frustrado regreso del bipartidismo

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Más allá de la solemnidad del acto y del marco simbólico, la sede de las Cortes de Cádiz donde se aprobó la primera Constitución española en 1812, las 60 medidas anunciadas por el presidente del Partido Popular, Núñez Feijóo, dentro su Plan de Calidad Institucional, vienen a ser un compendio de las diferencias que Gobierno y oposición han aireado durante la presente legislatura. Así se explica la intención del PP de recuperar el delito de sedición, dejar sin efecto la reforma de la malversación, preservar la independencia del Poder Judicial o el prestigio de las instituciones. Aunque nos es la primera vez que  la pone sobre la mesa, la propuesta más destacable, por el horizonte electoral que se presenta, es la de dejar gobernar a la lista más votada. Reducida a los comicios locales y a merced de un acuerdo con el PSOE para hacerla extensible a las elecciones autonómicas y generales.

La intención última de Núñez Feijóo, en su conquista del centro político y enfatizando su perfil moderado, pasa por desmarcarse de Vox. A su vez, emprender un anhelado retorno hacia el bipartidismo que ya ha explicitado en más de una ocasión y que tendrá que esperar dado el rechazo de la mayoría de los partidos del arco parlamentario a su propuesta. Desde el PSOE, como principal interpelado, a aquellos que, como Vox o Podemos, ejercen una influencia clave desde los extremos con su protagonismo y sus privilegios. Una medida que tampoco convence a buena parte de los suyos, con Ayuso marcando perfil propio. De forma menos evidente se percibe también la preocupación de aquellos barones populares que necesitarían de Vox para sorpasar a la lista más votada, caso de Aragón, Castilla-La Mancha o Valencia. En cualquier caso, una detonación controlada la de Feijóo, sabedor de antemano de la negativa del PSOE a suscribir el pacto. Los socialistas no pueden aceptar su mano tendida porque supondría contradecir el triunfalismo con el que venden la gestión de un gobierno que ha hecho virtud de la fragmentación política.

Desde una visión idílica, el líder de los populares apunta a la investidura pero obvia las dificultades de la gobernabilidad en minoría, sin socios claros. Si no se buscan aliados de antemano, habrá que encontrarlos sobre la marcha. El más difícil todavía en tiempos de crispación política. Más allá de los contratiempos que podrían derivarse de su apuesta, Feijóo despliega su estrategia política descargando en el PSOE la responsabilidad de cerrar el paso a los extremos políticos. Reniega de Vox pero justificará su presencia en futuros gobiernos por la negativa del PSOE a dejar vía libre a la lista más votada. Con independencia del recorrido de su medida, recoge el sentir de buena parte de la sociedad que no entiende los privilegios de unas minorías políticas y que añora el regreso del bipartidismo.