Estamos en plenos carnavales, esa fiesta pagana dónde la gente se disfraza para ocultar quién es realmente, quién le hubiese gustado ser, o bien, para salir de la monotonía del año y dar rienda suelta a la fiesta y transformarse en otra persona. En el fútbol, cada fin de semana, parece carnaval debido a toda esa gente que en cuanto entra en un estadio se transforma como en Doctor Jekyll y Mr. Hyde y pierde los nervios insultando a todo lo que se mueve sobre el césped mientras no vista los colores que defienden, bueno, hasta incluso a los suyos, que también se dan casos. El fútbol es pasión, es sentimiento, es una fiesta, pero no puede ser una manera de generar odio, no debe ser una manera de sacar nuestros más bajos instintos, como son el insultar y el humillar a nadie por muy mal que haga su trabajo, pero lo malo es que esto no pasa solo en el fútbol profesional, sino también en partidos de fútbol formativo, donde hay padres y formadores que también pierden los papeles.
A todos nos gusta ganar pero muchas veces se gana aprendiendo a perder, se gana respetando al de en frente y, por su puesto, se gana aprendiendo a jugar a este espectacular deporte. Un título de liga infantil se queda colgado en un cuadro, pero el respeto, la educación y la amistad se llevan siempre encima y son para siempre. El fútbol debe ser una fiesta como el carnaval llena de fiesta y colorido, si todos ponemos nuestro granito de arena, al final la montaña que formemos, será buena para todos. ¡¡Feliz Carnaval 2020!!