Fuentepinilla, historia bien documentada y gente implicada

A.P.L.
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Hay mucho por descubrir en Fuentepinilla, un pueblo que sorprende por su riqueza histórica y patrimonial aunque la visita sea en una gélida mañana de invierno

Fuentepinilla, historia bien documentada y gente implicada - Foto: E.G.M

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Fuentepinilla

Hay mucho por descubrir en Fuentepinilla, un pueblo que sorprende por su riqueza histórica y patrimonial aunque la visita sea en una gélida mañana de invierno. Las bajas temperaturas vacían las calles pero el alcalde, Tomás Manrique, nos facilita la toma de contacto a la vez que nos explica numerosas curiosidades acerca de la localidad. Las casas de adobe, las esculturas (una de ellas de Emilio Pacheco Romero), la fuente (no podía ser de otra manera) y el arco son la mejor carta de presentación, pero nos llama la atención el luminoso de la fachada del Ayuntamiento y el bar que marca la fecha, la hora y la temperatura. También hay una estación meteorológica, donde los vecinos hacen mediciones.

En el centro social, Tomás nos muestra orgulloso el calendario de 2023 que han hecho con fotos antiguas del pueblo, identificando a muchos de los vecinos en estampas típicas, cuando había dehesa y Guardia Civil... Leonidas Guerrero nos atiende mientras relata que llegó a España en 2018 y después regresó a República Dominicana, pero su hermano le llamó y le dijo que dejaban el bar y que si se quería hacer cargo, así que aterrizó en Fuentepinilla. Abre al mediodía y por la tarde, pero para tomar café o almorzar se le puede avisar a cualquier hora, está disponible.

unos 15 agricultores  LOS SOBADILLOS EN FIESTAS

En la actualidad hay 80 personas empadronadas (incluyendo Valderrueda, el pueblo con más solteros de la provincia, y Osona). Tomás cuenta que salió a hacer la mili y a estudiar, pero después regresó a la localidad para trabajar como agricultor. Le gusta recordar su pueblo con más gente, cuando los chavales se juntaban en la fuente, iban en pantalón corto aunque hubiera nevadas de 30 centímetros, no había televisión ni radio y se juntaban hasta que se hacía de noche, se calentaban con estufas y en las camas tenían colchones de lana que parecían nidos y se tapaban con dos mantas para estar bien calentitos, se segaba a mano, en invierno al no haber labor en el campo hacían leña y la matanza... «Era una época muy buena y bonita», rememora apuntando también que «solo hacían falta un par de guitarras para montar un baile en cualquier sitio».

«Había más funcionarios que habitantes ahora, en serio, hasta 18 contando los guardias civiles, los agentes del monte, el vaquero, el cura, el médico...», comenta. Ahora la mayoría de los vecinos son agricultores, unos 14, algunos ya mayores y otros que viven en Soria o en Almazán. Tienen montes de encina, muy apreciada siempre para hacer leña. Sobre los servicios, todos los vecinos nos dicen que el bar es el más importante. El médico va los jueves y la enfermera los viernes, el pescadero cada semana y la Caja Rural cada 15 días. La casa rural se ubica en el antiguo cuartel y antiguamente hubo una posada y tienda con estanco donde también se echaba la quiniela. 

«Tenemos una situación privilegiada porque estamos a 15 kilómetros de Berlanga -donde se suele ir a hacer la compra-, a 20 de Almazán y a 30 de Soria y El Burgo y hay buenas carreteras (excepto la de Matamala)», dice Tomás. Se están arreglando las casas poco a poco, porque también están en el «centro» respecto a Zaragoza, Logroño, Madrid, Valladolid, Burgos, Pamplona... Allí, principalmente, se emigró a Zaragoza y Madrid, de donde regresan en los puentes y fines de semana para disfrutar del pueblo. «Procuramos tener lo que podemos», pero la cobertura está mal y solo hay en el bar, donde se puso un repetidor. «El problema también son las paredes de adobe». Ha habido personas teletrabajando, como el hijo de Tomás desde la pandemia y hasta hace poco, por lo que esperan que poco a poco, según vaya mejorando el servicio, sean muchas más.

En Fuentepinilla cuentan con una asociación muy activa, sobre todo en los meses de verano cuando se organiza una semana cultural. Es en esos meses cuando la población «se dobla». Las fiestas son San Isidro en mayo y San Juan en junio, «muy animadas, por cierto, porque son de las primeras». Para el alcalde, lo importante es «hacer pueblo», así que procura juntar a los vecinos en numerosas ocasiones, como las obras de la fuente, para plantar el mayo o para instalar el gran pino de Navidad en la fuente en diciembre. Después de las hacenderas, se juntan a almorzar. El Ayuntamiento dispone de una vivienda, que ahora está alquilada a Leo. En las antiguas escuelas se ubica el salón social que más tarde visitaremos.

En nuestro recorrido pasamos por casa de Eugenio Calvo, que bromea diciendo que allí se vive «como se puede». Saluda al compañero Eugenio, su tocayo, «aunque tú eres joven y yo soy viejo». Asegura que en el pueblo lo que más falta hacen son niños y jóvenes, que solo acuden en verano.

LA FUENTE, TODO UN SÍMBOLO LA IGLESIA ES UN TESORO

Sobre la fuente vieja, que contemplamos con curiosidad, se acaba de inaugurar su rehabilitación en diciembre y se ha mantenido el suelo. A través de una subvención de la Junta de Castilla yLeón se pudo contar con el trabajo  de un arqueólogo que estudió diversos aspectos de la localidad para darlos a conocer a través de paneles informativos y folletos. La fuente Pinilla o Peniella, como dice la inscripción, la hizo un maestro cantero y tenían un vaso de la época romana, aunque la pared es medieval. Al lado, se ha instalado la escultura de un león, que recuerda al antiguo sello del juzgado.La historia de Fuentepinilla está relacionada con la comunidad de Villa y Tierra de Andaluz y el arco (la únicas de las cuatro puertas que hubo que se mantiene) y el palacio, de propiedad particular, recuerdan su época de gran esplendor. Este edificio está relacionado con el duque de Aguilar y la duquesa Catalina de Zúñiga, que casó a una de sus hijas con Hernán Cortés, así como el conde de Abrantes. Las tierras de Fuentepinilla llegaron casi hasta Logroño, a través de Cameros. El puente románico y el rollo son otros puntos de interés y Fuentepinilla tuvo una importante judería.

La iglesia de San Juan Bautista, el gran tesoro de los vecinos, refleja la importancia que tuvo el pueblo. La torre se cayó en la Navidad de 1959 y no se reconstruyó, aunque se instaló una espadaña. El exterior llama la atención pero el interior es sorprendente y poco a poco lo han ido musealizando para poder admirar elementos como el Niño del Milagrejo, el gran retablo de estilo churrigueresco y un limosnero de los jesuitas, entre otros.

de niña a cuidar las ovejas UN BELÉN ESPECTACULAR

Dionisia Bravo nos ha visto por la ventana y nos acercamos a charlar con ella. Nos cuenta que nació en 1936, por lo que su padre se libró de ir a la mili, y fue a la escuela solo de los cinco a los nueve años, porque después pasó a cuidar de las ovejas. «Me casé aquí y esta es la misma casa en la que vivía mi marido», comenta. Sus familiares van a verla «a cualquier hora» -tiene tres nietas «como tres castillos» de las que habla con mucho orgullo- y en el día a día sale a comprar y a pasear «solo si hace buen día». Eso sí, la ventana la tiene bien vigilada. Junto al alcalde, repasan las edades de los vecinos y se cuentan las últimas noticias. Nos despedimos deseándole que se cuide mucho y que pase buen invierno.

Pasamos a buscar a Pilar Calonge Barrio para ir al centro social. Ella es de Soria pero hace 14 años se trasladó a este pueblo para llevar el bar y se quedó porque le gustó mucho, «por la gente tan acogedora y estupenda». Allí se compró casa y está muy cómoda. Reconoce que el bar -que llevó un tiempo- es lo que da más vida a los pueblos, pero también gente como ella, que promueve numerosas actividades (un coro, por ejemplo), y como Tomás. Pero hay que decir que esta vecina es una gran artista y que cada año instala un belén de grandes dimensiones que esa mañana tenemos aún la posibilidad de admirar. Empieza a prepararlo en agosto, pero este año le ha «pillado el toro». 

El nacimiento, que formó parte de la Ruta de los Belenes de Diputación, incluye rincones de la localidad bien reconocibles y está dispuesto en varias alturas con innumerables escenas. Algunas figuras están hechas a mano y todas las construcciones, con poliespán y espuma de poliuretano. Le gusta reciclar hueveras, garrafas, bolis BIC, collares... «Este año ha tenido mucho éxito y ha venido mucha gente a verlo, incluso en autobús», comenta. Nos siguen contando curiosidades y curiosidades... imposible incluirlas todas en estas páginas. Nos despedimos junto al arco, con un tesela del Camino de Santiago y una parte desgastada porque allí se afilaban los herrajes y las hachas.