Un calendario endemoniado hacia La Moncloa

Pilar Cernuda
-

Es impensable que antes del Congreso de ERC, que se celebra el 19 de diciembre, los republicanos decidan su postura en la investidura

El presidente en funciones insiste en que no aceptará condiciones inconstitucionales para que ERC le respalde. - Foto: OLIVIER HOSLET

El próximo martes inicia el Rey su ronda de contactos con los dirigentes de los partidos con representación parlamentaria. El miércoles recibirá a Pedro Sánchez como último compareciente en esa ronda y, previsiblemente, esa noche, Felipe VI propondrá al líder socialista como candidato a la Presidencia. 

A partir de ese momento, Sánchez pondrá todo su empeño en lograr los apoyos necesarios, sin que tenga una fecha límite para que solicite a la presidenta del Congreso que convoque la sesión de investidura. Si no es investido en la primera votación por mayoría absoluta, se debe proceder a una segunda votación exactamente 48 horas más tarde, donde solo necesitaría la mayoría simple. Si tampoco logra superar esa segunda oportunidad, dispondrá de 60 días, y si pasado el plazo, no obtiene los respaldos, automáticamente se convocarán nuevas elecciones que deben celebrarse 47 días más tarde.

Ese calendario, reglamentado y por tanto inamovible, impide sin embargo hacer un pronóstico sobre cuándo va a haber Ejecutivo en España, porque todo depende del resultado de las negociaciones que están manteniendo La Moncloa y el PSOE con miembros de ERC. 

Pero sí hay un hecho evidente: el calendario se presenta endemoniado por los acontecimientos que ya están en la agenda de los independentistas y que afectarán las negociaciones, de las que debe salir un voto afirmativo en la investidura -difícil-, permitir que Sánchez sea elegido al abstenerse en la segunda vuelta -probable-, o se empecinen en la negativa a apoyarle.

Ese complicado calendario viene condicionado por varias fechas en diciembre. La primera, la Junta de Tratamiento de la prisión de Lladoners debe pronunciarse sobre los permisos penitenciarios a los separatistas que cumplen condena, para autorizarlos, o no, a asistir a la sesión. Después, el 19 de diciembre es probable que se pronuncie el Tribunal de Justicia de la UE respecto al derecho de Junqueras y Puigdemont a acceder a su escaño de eurodiputados, y de ser así, habrá que esperar la decisión de Bruselas respecto a su inmunidad.

Un día antes tiene lugar el Barça-Real Madrid en el Camp Nou, partido aplazado porque la fecha inicial coincidía con los actos de violencia que se produjeron en Cataluña. Los independentistas han hecho un llamamiento a sus seguidores para que aprovechen ese día para retomar las manifestaciones, y no parece por tanto que sea oportuno cerrar acuerdos entre ERC y los socialistas en medio de disturbios callejeros. 

Y la cuarta fecha es el Congreso de Esquerra, que se celebrará al día siguiente del partido de fútbol. Es impensable que antes de ese momento tomen una decisión respecto a la investidura, porque no hay un criterio definido. Solo los que mantienen buena relación con Iceta están por la labor de una abstención -el líder de PSC tiene gran capacidad de convicción, aparte de relación de amistad estrecha con dirigentes republicanos-, mientras Puigdemont y la CUP tratan de convencerles de la inconveniencia de votar al actual presidente.

El lenguaje importa

La Moncloa, sotto voce, da por hecho que pasarán semanas antes de que se aclare la situación respecto a la investidura, y cuentan que Sánchez está tranquilo. A las críticas generalizadas -incluso desde dentro de su partido- de que es inaceptable un acuerdo con un partido independentista y anticonstitucional, con sus máximos dirigentes condenados por el Supremo, responde que sabe lo que tiene entre manos. 

En Londres, donde asistía a la cumbre de la OTAN, aseguró que no aceptaría nada inconstitucional, pero sería impensable que dijera lo contrario. 

Fuentes socialistas aseguran que en la reunión del pasado martes entre PSOE y ERC no se entró a negociar nada relacionado con las condiciones de los rupturistas, sino que hablaron de calendarios, agenda de reuniones y del comunicado que redactaron conjuntamente. Un comunicado mal recibido por quienes recelan de que Sánchez defienda a machamartillo todos los principios del texto constitucional, con un dato que no ha pasado inadvertido: calificar el problema del independentismo como un «conflicto político», que es precisamente como lo han llamado siempre los independentistas. Hasta ahora, Sánchez negaba taxativamente que existiera ese conflicto, para él se trataba de un «problema de convivencia». ¿Es la primera batalla ganada por los independentistas, la del lenguaje?

Las predicciones son cambiantes, incluso algunos socialistas confiesan que hay días en los que piensan que tocan con los dedos la aprobación de la investidura y otros que ven todo negro. El pesimismo, o el escepticismo, no es porque contemplen la posibilidad de que se rompa el pacto con Podemos, que consideran atado, sino que los secesionistas finalmente se echen atrás y que, de rebote, algunos de los partidos territoriales que habían confirmado que votarían al dirigente cambien de criterio si, durante las negociaciones con ERC, Sánchez acepta algunas condiciones que esas formaciones consideren inaceptables.

Militantes podemitas

El socialista, hasta hace pocos días, barajó la posibilidad de pactar con Cs, y la carta que le envió Arrimadas le hizo reflexionar sobre la alternativa de negociar con quien se da por hecho que se convertirá en la líder del partido. Inés Arrimadas y Carmen Calvo tienen una conversación pendiente, pero la primera ya advirtió que su oferta de apoyar la investidura con condicionamientos previos solo se mantiene si se suma el PP. Van de la mano en su política respecto a Sánchez. 

En el PSOE no se ve por ninguna parte la euforia que aparentemente siente el presidente. Se ha contado hasta la saciedad que importantes dirigentes están tan preocupados por el pacto con Podemos como pueden estarlo los votantes del centro derecha. Y no solo líderes históricos, también los hay con responsabilidades actuales. 

Cuando se les recuerda que la misma noche electoral se escuchaban en Ferraz los gritos contrarios a un acuerdo con Cs, y de entusiasmo por uno con los morados, responden abiertamente que en la formación hay un número considerable de simpatizantes de Iglesias, lo que refuerza a un Sánchez que vive al margen del Comité Federal del partido y se apoya en las consultas a los militantes. Militantes sobre los que al menos una persona que conoce muy bien la trastienda del PSOE traslada su preocupación, porque ha detectado la mencionada presencia de podemitas en las filas socialistas. Podemitas preparados para decir «sí» a todo lo que les indique el candidato socialista.