Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


La fama

30/01/2023

Los griegos representaban a la diosa Pheme, Fama para los latinos, como una mujer con alas tocando una trompeta. Era la consejera de Zeus. Ovidio nos contó que la mansión de Fama estaba llena de entradas sin número y mil agujeros en la techumbre por donde se colaban miles de comentarios de rumores mezclados con la verdad. Anticipaba Ovidio diciendo que estaba habitada por ejércitos de confusas palabras algo de lo que pasa hoy. Los medievales crearon una lista de nueve famosos como fundadores de la caballería andante: Alejandro, César, David, Carlomagno... Hace poco, hubo un tiempo en el que los grandes científicos eran tipos conocidos: Einstein, Franklin, Edison, Marconi... Encabezaban la lista de famosos, así como literatos que habían conseguido el Nobel o publicado obras que el gran público leía con furor. Cervantes, ya con la primera parte del Quijote fue muy famoso, y don Quijote y Sancho más, tanto que en la segunda son conocidos e interactúan con la gente realizando hazañas caballerescas. Mientras publicaba Madame Bovary por entregas en La Revue de Paris, Flauber era muy famoso en Francia. 
Hubo un tiempo en que la diosa Fama daba su abrazo a personas que se elevaban para crear algo excepcional, o realizar obras aplaudidas por todos. Pero hoy la cosa se ha vuelto más compleja y perversa. Ya Ortega nos avisó en La rebelión de las masas sobre los peligros que rondarían al elitismo, y que el pueblo, convertido en consumidor, sobre todo de mensajes, reclamaría la atención para sí. McLuhan, en Comprender los medios de comunicación, avisó hace mucho tiempo de que estos determinaban no solo el mensaje, sino también los modos de vida. Furio Colombo nos dijo en Últimas noticias sobre periodismo, en los 90, que la televisión crearía un concepto de fama no basado en el talento o la hazaña, sino en el espectáculo. Y si analizo el papel de las redes sociales para la fama necesitaría el espacio de otra columna, así que lo dejo para otro día.
La avidez de la gente por degustar famosos no está en el talento o la hazaña, que dura dos días, sino en un manoseo persistente de la vulgaridad convertida en guerra de lo que sea, herencias, celos, mentiras, fracasos, broncas... ya de gentes que fueron famosos o de otros que lo son porque los rodean. También hay personajes extraños que al aparecer son insulsos, o bobos pero, poco a poco, se apoderan del share dándonos cuenta de que no tienen ni un pelo de tontos, como es el caso de Tamara Falcó, diva que arrolla en fama por cualidades vaporosas de difícil definición. En fin, el caso es que la diosa Pheme ha olvidado su naturaleza y se ha entregado desnuda al fuego. Este es un mundo que crea y devora personas como si fueran salchichas o hamburguesas. Nosotros las degustamos sin caer en cuenta de que pueden ser muy peligrosas para el colesterol.