César Millán

César Millán


Gracias, Alfredo

29/05/2022

Conocí a Alfredo Jimeno en 1986, fue mi profesor de Prehistoria en el Colegio Universitario de Soria. En apenas tres meses, en enero se marchó a la Universidad Complutense de Madrid, pude comprobar su capacidad humana y docente, el talento para transmitir conocimientos y lograr que los alumnos sintiésemos parte de la pasión que él tenía  por la investigación. Puede que sea coincidencia, pero muchos de mis compañeros y bastantes de los años anteriores eligieron la especialidad de Arqueología tras los primeros tres años comunes de la licenciatura de Geografía e Historia. De hecho, son numerosos los que han hecho de ella su profesión en nuestra provincia.
Lo que todos tenemos claro es que el poso de Alfredo ha estado presente siempre en todos nosotros, siendo reconocido como profesor y como un referente en el campo de investigación sobre el patrimonio histórico soriano, en especial en el mundo prehistórico.  Por no hablar, claro está, de Numancia; sin su espíritu, emprendimiento, tesón y empuje es más que probable que el estado de las excavaciones e investigaciones no hubieran llegado nunca al nivel en que hoy se encuentran. Y eso que no ha sido fácil, nada fácil, solo Alfredo sabe los encajes de bolillos que ha tenido que hacer para lograr diferentes campos de trabajo, para conseguir que, año tras año, las excavaciones siguiesen adelante, para que los sorianos primero y el resto del mundo después, tomasen en consideración lo que es y representa Numancia para la historia. Muchas han sido las trabas que él sorteó con total normalidad, sin estridencia, trabajando y logrando que siempre se llevasen a cabo. No pude acudir el martes pasado al merecido homenaje que el Campus Duques de Soria le hizo, como tampoco pude acudir en las muchas ocasiones que me invitaba a subir a las excavaciones de Numancia y matar así el gusanillo, pero siempre me ha transmitido su evolución.  
Así que vaya desde aquí el reconocimiento por todo lo que nos ha dado a los sorianos, por el desvelo para recuperar y mantener nuestro pasado, por la pasión por mostrar los valores de la historia de quienes poblaron estas tierras antes que nosotros, por las lecciones que en todo momento, no solo desde su cátedra de profesor, nos sigue dando, por el aporte de conocimientos sin esconder nada, sin guardarse para él  los descubrimientos que iban aportándole su trabajo.
Gracias Alfredo por hacerme amar la historia, por incidir siempre en la necesidad del esfuerzo, del trabajo - ¡cuántas veces me has repetido que tuvimos suerte, los de mi curso, por tener que marcharte a Madrid, pues nos veías poco comprometidos con el estudio de la asignatura y nos habría costado mucho aprobar en junio! - por tenerme siempre al corriente de los avances de las investigaciones, por atraerme en todo momento hacia esa ciudad a la que tanto debemos como es Numancia. Gracias Alfredo por seguir siendo mi profesor fuera del aula, por implicarme en la historia de mi tierra, por enseñarme a ver lo universal desde lo cercano, por hacerme sentir arqueólogo en Numancia sin haber tocado siquiera una brizna de hierba. Gracias Alfredo por tu humanidad, naturalidad y humildad, por la sencillez que sigues llevando a cualquier tipo de acto social, cultural o personal.