¿Sabías que Soria llegó a estar comunicada por tren con Valladolid, Burgos, Calatayud y Navarra? Todas las líneas tenían decenas de estaciones repartidas por la provincia, vertebrando el territorio soriano: Osma-La Rasa en la Valladolid-Ariza, Abejar o Martialay en la Santander-Mediterráneo, o Ágreda en la Soria-Castejón. Se cerraron en los años ochenta y noventa del siglo pasado, todas salvo esta última que fue 'suspendida' por el Gobierno de Felipe González.

Cierres que simbolizan a la perfección el desmantelamiento del medio rural perpetrado por los poderes públicos antes y después de la Democracia. Sólo hay que ver la evolución del censo de muchos de los municipios que antes estaban conectados a la red de ferrocarril, beneficiosa no sólo para el tráfico de viajeros sino también de mercancías.

La hemorragia no cesa, aunque hemos ganado en vías verdes, dicho con ironía. Los habitantes dejaron los pueblos para emigrar fuera de la provincia o trasladarse a la capital que, a mediados del siglo XX, ni llegaba a los 20.000 habitantes y ya roza los 40.000.

Ahora un estudio encargado por el Ministerio de Transportes busca conocer la viabilidad de que la Soria-Castejón recupere su actividad. Es una reivindicación que  daría continuidad a la única línea de ferrocarril que funciona actualmente, la Soria-Torralba que enlaza con Madrid.

En quince meses deberemos saber cuán viable es poner en servicio los 104 kilómetros  abandonados a su suerte desde aquel último trayecto con viajeros en diciembre de 1996. Si se basa en un aspecto puramente económico quizás nunca haya justificación alguna para renovar las viejas traviesas de madera. Por eso el Gobierno debe actuar con voluntad política, como lo hace cuando construye vías de AVE ruinosas en otras provincias. Porque si no los 453.000 € que cuesta ese estudio serán puro márquetin para vender su sensibilidad con la despoblación y el reto demográfico. Ojalá me equivoque y volvamos a ver el tren por el puente de hierro sobre el Duero… rumbo al futuro.