Hasta siempre, amigo Josemari

Silvano Andrés de la Morena
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Tu bonhomía, tu obra, tu quehacer desprendido

Hasta siempre, amigo Josemari

Más de cincuenta años hace que José María Martínez Laseca y yo nos conocíamos. Compañeros que fuimos de aula en el Instituto Machado, en aquellos años magníficos de adolescencia; compañeros que seguimos siendo de aula en el antiguo Colegio Universitario, ahí,en Nicolás Rabal, en los tres primeros cursos de Filología; amigos que fuimos en la vida, de tantas cosas, actos, memorias y diálogos compartidos. Todo queda grabado en el interior de nuestra existencia humana. Te recordaremos siempre, amigo. A ti, como persona; tu obra, como testimonio y tu vida como entrega. Y quedará la imagen bien definida de la última vez que nos vimos, en La Dehesa, este verano, en uno de los actos de Expoesía.

Pero ahora, retrocedo. El viernes, 5 de febrero de 2021, recibí una llamada de un número que desconocía. La casualidad quiso que en el mismo momento yo me pusiera en contacto con Ángel Lorenzo para un tema relacionado con escritos sobre despoblados de Soria que habían de publicarse en Arevacón. Lo primero que me dijo Ángel fue que le había llamado José María Martínez Laseca y que, entre otras cosas, le había pedido mi número. Confirmé que la llamada era de él. Acabada la conversación con Ángel, llamé a Josemari. ¡Qué entereza! ¡Qué alegría sentir una voz amiga que quería contarme su estado! 

Recordé de inmediato algunas estrofas de las Coplas de Jorge Manrique. El ser humano tiene estrategias para conservar la humanidad y seguir siendo amigo de sus amigos. Pero lograr decir las cosas cuando ves el precipicio solo es privilegio de unos pocos. De la sinceridad. De la amistad. Del saber ser. La conversación fue un placer por ambas partes aun sabiéndose herido en sus entrañas cerebrales. Luego pensé si habría llamado para despedirse. Despedirse de los amigos. Nada fácil. La conciencia de saberse en un camino y la entereza de tomar el teléfono y lanzarse a dar la noticia. Lo noté contento de nuestra conversación. Lúcido. Consecuente con su ser y compromiso de siempre. Estamos aquí. Somos. Y, antes de la oscuridad, quiero decirte lo que me pasa, por mí mismo, sin intermediarios. Y, por si acaso, decir adiós con la voz de mi cuerpo, que es la mía.

A partir de esa llamada, hablé con él durante muchos días. Lo llamaba a ver cómo se encontraba y para que tuviera el regocijo de dialogar con los amigos y creo que le resultó muy positivo. Cuando oía la llamada y contestaba se le notaba en el tono de voz, en su saludo y en su despedida. Me propuse esa labor de tener abierto el canal de comunicación como obligación moral mía y como medida casi medicinal para él. Cuando intuí que estaba mejor, para no agobiar, las llamadas se hicieron más dispersas en el tiempo.?

Después, en agosto del mismo año, recibí otra llamada suya. Era para compartir un objetivo: que quería recoger en un volumen los artículos publicados en los últimos años, en la prensa provincial. Mi respuesta fue que adelante e inmediatamente me pedía que yo le hiciera el prólogo. Le respondí, sin dudar, que sí. Y el resultado, como el lector ya sabe, fue esa obra titulada Sobre vivir , preposición e infinitivo que lo dicen todo. 

José María Martínez Laseca no necesita presentación en Soria. Su obra poética, su ejercicio de profesor, su quehacer político de compromiso, su labor de crítico en la prensa, su actividad en la Saturiada y tantas otras facetas le han ido convirtiendo en una de laspersonalidades más diligentes en la vida cultural y social de la provincia. "El tiempo pasa y cambiamos pero, gracias a los recuerdos, no perdemos lo vivido. Porque las evocaciones forman parte de nuestra vida y constituyen las raíces de su ser. Solo muere lo que se olvida". 

Esto escribía José María Martínez Laseca en enero de 2020, en uno de sus artículos. Querido amigo: aquí están mis palabras escritas con la premura del momento. Siempre te recordaremos. Tu bonhomía, tu obra y tu quehacer desprendido.