Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


El artículo 14

02/12/2022

No aguanto la hipocresía ni los oportunismos. En los últimos días, la hipocresía y el oportunismo se nos cuelan en cada partido del Mundial de Fútbol. Los padres y madres de mi generación hemos repetido hasta la saciedad la idoneidad de que nuestros niños practiquen deporte para que además de cuidar el cuerpo, cultiven el alma con valores y principios que se encuentran, principalmente, en estas actividades físicas. A ver cómo encajamos ahora esos argumentos con el desprecio a los derechos humanos en Qatar, el país en el que se está celebrando el Mundial de Fútbol. Cómo explicar a los niños que la Copa del Mundo se celebra en un lugar en el que no se respetan esos valores que queremos inculcarles cuando van dos o tres días en semana a entrenar. Me entristece que el rechazo a la política de un pequeño y rico emirato en el que no se respetan las libertades y la dignidad del ser humano se traduzca simplemente en pequeñas críticas o informaciones que caen con cuentagotas. A la hora de la verdad, los aficionados siguen el Campeonato olvidando la situación que viven los ciudadanos de ese país. Supongo que puede parecer utópico pensar que deberían haberse plantado selecciones, futbolistas, árbitros, hinchas, aficionados y medios de comunicación en general, porque eso sí hubiera sido un rechazo real y no una hipocresía como la que estamos viviendo. Tendrían que haberlo hecho hace doce años, cuando la FIFA anunció que en 2022 el Mundial se jugaría en Qatar. No recuerdo que entonces alguien se rebelara por cuestiones morales. Como no podía ser de otra forma, prevalecieron los intereses económicos. Nadie alzó la voz de forma contundente denunciando que no existe la libertad de prensa, que no se respetan las libertades fundamentales de las mujeres que viven sometidas a sus tutores, ni las de las personas homosexuales que son encarceladas. Un autoritarismo que permite que las condiciones de seguridad y salud en el trabajo se asemejen mucho a la esclavitud. Es evidente que lo que inculcamos a nuestros niños es una falacia. No descubro nada nuevo insistiendo en que hace tiempo que el fútbol se ha convertido en un espectáculo en el que se mueven muchos intereses y dinero. Menudos valores.
Ahora que tenemos a la vuelta de la esquina la celebración del Día de la Constitución, sería interesante que, entre partido y partido, entrenamiento y entrenamiento, y el aprendizaje del reglamento, explicáramos a nuestros niños sus artículos, los que permiten la convivencia en un país demócrata y en un Estado de Derecho como el nuestro. Habría que enseñarles, por ejemplo, el artículo 14, el de los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Falta mucha pedagogía y sobra mucha hipocresía.