Fernando González Ferreras

PREDICANDO EN EL DESIERTO

Fernando González Ferreras

Catedrático


'Cero gilipollas'

02/10/2021

Sigo preguntándome por qué hay personas que triunfan siendo estúpidas y cómo es posible que algunas personas manifiestamente incompetentes sigan en la cresta de la ola. Lawrence Peter, en su libro ‘El principio de Peter’ (y los siguientes), explicó que se debe a que en toda organización mal liderada los jefes suelen estar en puestos en que son incompetentes: eres bueno en un puesto, te ascienden; el proceso se repite hasta que no eres eficaz pero te quedas en el puesto donde no eres bueno. Si el puesto es muy importante, te trasladan al «cementerio de elefantes» para que no puedas hacer daño. Y la organización sigue funcionando, mal que bien, por los nuevos que todavía no han cerrado el ciclo y alcanzado su nivel de incompetencia.
Uno de los perfiles más tóxicos en la sociedad es el gilipollas. No lo digo como insulto, es la definición de la persona que «se caracteriza porque cree que tiene derecho a actuar sin respeto a los demás, que puede saltarse todas las normas y que está exento de toda responsabilidad». Si dirige un equipo con resultados insatisfactorios, la culpa es del equipo ya que entiende el trabajo en equipo como la posibilidad de echar la culpa a otros. La más mínima crítica la toma como un ataque personal. O estas de su lado o eres enemigo. En 2012, Aaron James, profesor de filosofía de la Universidad de California, publicó un magnífico libro, ‘Gilipollas: una teoría’, en el que explicó las tres condiciones básicas para ser un gilipollas: se aprovecha de los demás, lo hace porque cree que se lo merece y le da igual lo que piensan los otros porque no le importan los sentimientos ajenos. Los gilipollas «pueden saltarse una cola con la sensación de que tienen todo el derecho a ello porque son especiales o porque creen que ocupan un lugar destacado en la sociedad y, por tanto, no tienen que rendir cuentas ante nadie».
El libro fue un gran éxito de ventas, tanto que, en 2019, fue la base de un documental, con el mismo título, de 89 minutos de duración. En él aparecen diversas personalidades que defienden el principio ‘Cero Gilipollas’, como Paul Purcell, director ejecutivo de Baird, una compañía financiera que gestiona más de 77.000 millones de dólares que, después de adoptar esta norma, triplicó su rendimiento. La gilipollez es un virus ya que los gilipollas buscan anular a los válidos para que no les dejen en evidencia y además incitan a otros a convertirse en gilipollas para sobrevivir. Se extiende rápidamente. Los grandes gilipollas producen muchos pequeños gilipollas. Los gilipollas no son productivos.
No es lo mismo ser gilipollas que comportarse como un gilipollas. Todos podemos serlo en algún momento, pero serlo diariamente es diferente. Yo lo he sido en algunos momentos (una mala tarde la tiene cualquiera), pero ser un auténtico gilipollas es otra cosa, es no ser consciente de ese comportamiento y no corregirlo nunca. Los incompetentes son incapaces de reconocer su propia incompetencia y no son capaces de valorar la competencia ajena; cuando se encuentran con poder es muy probable que se conviertan en gilipollas (si no lo eran antes) y que intenten seguir siéndolo para mantener su posición. Esperemos que se imponga la actitud de ‘Cero Gilipollas’ y no votemos a gilipollas para gobernarnos. Si quienes están en los puestos más altos empiezan a actuar creyéndose impunes o pensando que son superiores a los demás, dejan de ser líderes para convertirse en gilipollas.

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