Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


El circo de la vieja normalidad

10/06/2020

A la vista del enrarecido ambiente, diríase que los políticos están en la fase uno de la escalada hacia la nueva confrontación, en la que el pico de la curva queda todavía a años luz. Si nos fijamos en el creciente cruce de descalificaciones y en otras noticias de índole judicial, comprobaremos que ya hemos vuelto a la normalidad, en concreto, a la vieja, a esa en la que cada uno va a lo suyo con el objetivo de perpetuarse en las atalayas del poder. Si alguien ha pensado alguna vez en que serían capaces de alcanzar acuerdos de hondo calado en beneficio del conjunto de la sociedad, háganme el favor de hacérselo mirar sin demora. Ahí tienen de ejemplo la llamada comisión de reconstrucción social y económica del Congreso de los Diputados para darse cuenta de que es, lamentablemente, un cuadrilátero más para el intercambio de golpes sin ton ni son, en el que los únicos que acabarán contra las cuerdas serán los mismos de siempre; o sea, usted y yo.

Con la caída del número de contagios y fallecidos por el coronavirus, se han empecinado en recobrar cuanto antes la normalidad (la vieja) para desconsuelo general. Si con los miles de muertos que hay sobre las conciencias de todos son incapaces de aparcar diferencias y trabajar como un solo equipo, qué más tiene que suceder para que dejen de tirarse los trastos a la cabeza y, sobre todo, antepongan por fin el dolor de miles de familias a los intereses políticos.

A escala internacional, la pandemia nos ha dibujado con trazo grueso un preocupante mapa geopolítico con una caterva de gobernantes sin escrúpulos y, en el ámbito nacional, a un país subido en el alambre con frecuentes exhibiciones de funambulismo y un férreo marcaje del contrario. Así será difícil alcanzar el aplanamiento de la curva. Un giro que se retuerce aún más a la hora de distribuir los fondos económicos entre los diecisiete jugadores de esta especie de gran casino en el que, además, algunos espabilados hacen sus apuestas con las cartas marcadas previamente.

Y mientras, como en el circo de la vieja normalidad, nos entretienen con declaraciones rimbombantes, anuncios inverosímiles o hasta con cocodrilos del Nilo.