Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Cuaderno de quejas y contentos

19/02/2021

En la novela de Italo Calvino, El Barón rampante, el protagonista, Cosimo, decidió vivir en la copa de los árboles. Y en ese mundo arbóreo y rebelde, se le ocurrió colgar de una rama el cuaderno de las quejas, como los de los franceses, para remitirlo a la Asamblea de Ombrosa. Sus vecinos escribieron de todo, pero Cosimo pensó que no era bueno un cuaderno tan triste y entonces les pidió que escribieran lo que más les había agradado. Por eso le llamó el cuaderno de quejas y contentos. Cuando se completó, no había ninguna asamblea a la que mandarlo y se quedó colgado del árbol con un cordel. La lluvia lo borró y esa imagen les llenó de deseos de rebeldía, pero no hubo revolución porque estaban en Italia y no en Francia. 
Como Cosimo, en las últimas semanas he estado tentada de subirme a un árbol de la dehesa o del paseo de San Saturio o de la comarca de pinares para colgar con un cordel un cuaderno de las quejas y de los contentos. Estamos tan acostumbrados a quejarnos en estas tierras sorianas que, a menudo, se nos olvidan los agradecimientos si bien es cierto que es difícil cuando la pandemia nos encierra en casa, nos cierra negocios y nos deja la economía en números rojos. Ese talante quejica es muy propio del soriano, y del español, aunque fuera de nuestras fronteras siempre nos imaginen con unas castañuelas sujetas a los pulgares y bailando flamenco. Cuando llegó Filomena, decía un amigo mío que los europeos en vez de quejarse de que las máquinas del ayuntamiento no han pasado por mi casa, hubieran comprado unas palas y los vecinos se habrían puesto de acuerdo para limpiar sus calles,  en vez de a poner a parir a los alcaldes.
En estas semanas que nos han cerrado las fronteras provinciales, prácticamente secuestrados, en vez de quejarnos de nuestra desdicha por no poder viajar; podríamos haber escrito en el cuaderno del contento las alternativas que nos ofrece el turismo rural soriano. Será por falta de espacio. Mientras que en Soria tenemos 10.300 kilómetros cuadrados, en todo el País Vasco, por poner un ejemplo, cuentan con 7.200. Entre que el riesgo de contagio al aire libre es mínimo y con la densidad de población de la provincia, 9,2 habitantes por kilómetro cuadrado;  se puede disfrutar de kilómetros y kilómetros sin echar mano del cuaderno de las quejas. Hemos podido elegir entre 183 municipios y más de 500 núcleos de población. De la mayoría ni hemos oído su nombre ni sabemos dónde están. Eso sin contar los parajes maravillosos. Y en alguna de esas rutas con las que paliar el aburrimiento del cierre perimetral, hasta hubiéramos podido colgar un cuaderno de la rama de algún árbol para que los visitantes se animaran a escribir sus contentos. Las quejas, para otros.