José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Cortaos un poco, muchachos

10/07/2021

Seamos sinceros, a estas alturas sabemos casi todo sobre sobre el Covid 19, menos su origen verdadero. Al margen de las teorías conspirativas, que las hay de todo tipo, el oscurantismo chino convierte al gigante asiático en sospechoso de ser responsable de lo que estamos padeciendo. Por acción o por omisión, vaya usted a saber. Pero lo dicho, sabemos lo suficiente sobre su modo de contagio, efectos, mutaciones como para determinar cuáles son las soluciones para atenuarlo. Extinguirlo ya es otra historia.
No son pocas las voces, muchas de ellas de esas que llamamos autorizadas, que se están alzando estos días contra la denominada ‘criminalización’ de los jóvenes como responsables, por irresponsables, de la nueva ola que está devolviéndonos a cifras preocupantes de contagios. Los datos, sin embargo cantan por sí solos y la localización de los focos no deja lugar a dudas. En las grandes aglomeraciones de fiestas, botellones y demás el virus ha estado en su salsa y ha ganado terreno en las trincheras de esta guerra que aún estamos lejos de ganar. Otra cosa es que podamos entender y yo particularmente lo hago, que es muy difícil frenar el ímpetu de este  colectivo cuando se han relajado las medidas restrictivas. Sospecho que a su edad yo hubiera hecho lo mismo aunque en aquellos tiempos no había ‘viajes de estudios’  tan poco académicos como los que se han generalizado de un tiempo a esta parte, ni recursos para llevarlos a cabo. Al menos los alumnos del Machado.
Sea pues, a lo hecho pecho. Y puesto que el diagnóstico no puede ser más evidente, lo que hace falta es poner en marcha las medidas necesarias para que no volvamos atrás en la desescalada. Sería fatal para el ánimo de muchos, consumidos ya por las limitaciones o confinamientos. Justo es decir, abro paréntesis, que en Soria es una gran mayoría la que, pudiendo hacerlo, no se quita la mascarilla al aire libre, pese a que está demostrado que, salvo que te arrimes mucho al prójimo, es improbable el contagio. ¿Qué hacer pues? La primera propuesta ha sido limitar el ocio nocturno, veremos hasta dónde alcanza, pero está claro como el agua que no hay más remedio que acelerar la administración de vacunas y no dejar para el final a estos que podríamos denominar grupos de riesgo temerario. Aprovecho para recordarles a todos que los más mayores han sufrido el suplicio del aislamiento duro en los últimos días de su vida, cuando sólo las charlas con sus compañeros, la partida de guiñote y el abrazo de sus familiares les daban buenas razones para seguir amando la vida. Si ellos han aguantado, vosotros, muchachos, deberíais tomar ejemplo y cortaros un poco, al menos de momento.