Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


El club de los políticos muertos

13/10/2019

¡Vaya semanita! Adolfo Sainz se largó de su PP de toda la vida para integrarse con sus ex compañeros, también de toda la vida, en la PPSO. Laura Prieto recogiendo sus pertenencias porque María José Heredia le ha quitado el puesto (el de salida, ya veremos el de llegada). Carlos Fernández Carriedo asegurando que el Plan Soria está dando los frutos que la Junta de Castilla y León esperaba porque en nuestra provincia ha bajado el paro y ha aumentado la población activa (¿qué tablas habrá consultado? Tronchante). La consejera de Sanidad, Verónica Casado, reculando dos días después con su Plan de Atención primaria. ¡Albricias! Porque muchos vecinos del medio rural ya habían bajado del altillo la maleta para buscar otro sitio en el que vivir, uno en el que pudieran tener un médico como siempre ha habido en todos los pueblos. El médico, el practicante, el maestro, el cura. Figuras indispensables en el medio rural de una época que se fue y con su marcha dejó vacíos nuestros pueblos. 
Todas estas noticias, así encadenadas, sin un aparente hilo conductor entre unas y otras, a mí me invitan a imaginar un club de los políticos muertos. Un club que recoja a todos aquellos que se hacen pasar por políticos pero solo son espectros que pululan de allá para acá, sin encontrar su sitio definitivo porque ni saben cuál es. Un club que acepte a los que no cumplen sus compromisos, a los que inventan lo que sea con tal de justificar lo que sea para perdurar por los siglos de los siglos (Amén). Para los que intentan acomodarse en cualquier sitio sin importar ideología o principios, todo sea por el placer y la necesidad de alcanzar sus propios intereses. A los que buscan en la política un estatus y unos ingresos que no podrían ni soñar ejerciendo sus profesiones (que muchos ni tienen). Un club que recoja a quienes nos les quieren en otros lugares pero necesitan figurar y estar en el candelero a mayor gloria de la falta de dignidad y amor propio. El club de los políticos muertos tiene ahora mismo un aspirante a serlo, un posible precedente: la PPSO. El desfile de militantes de la calle Almazán a la Plaza Condes de Lérida puede convertirse en el preámbulo de ese club. Al ritmo que respiran en la sede del PP, ese desfile podría convertirse en una auténtica avalancha. Pero ahí está la PPSO, para acoger con los brazos abiertos a todos los que un día brillaron bajo el auspicio de las alas de la gaviota y por una razón u otra la gaviotilla se les ha cagado encima.  Nunca entendí cómo es posible que un partido político elija un ave carroñera como logotipo. Y algunos se enfadan porque les llaman carroña. Parece que el caballo es un animal mucho más útil y bello.