A falta de una semana para terminar la campaña electoral -el sábado 27 será jornada de reflexión- todo indica que la mayor parte de los ciudadanos ya han decidido a quién van a votar. Basándose en lo sucedido en comicios anteriores, algunos estudios apuntan que el número de indecisos rondaría el 20%. Quiere, pues, decirse, que salvo incidente relevante de última hora u error garrafal de algunos de los candidatos, el pescado ya está vendido.

De ser así querría decir que lo que ha podido decantar en uno u otro sentido la orientación del voto han sido los asuntos que han centrado hasta hoy la campaña. En el eje de las izquierdas: el "que viene el lobo", hipérbole ante la probable alianza postelectoral entre el PP y Vox. En la derecha: la denuncia de los pactos de Pedro Sánchez con Bildu a raíz de la inclusión en las listas de esta formación de más de cuarenta ex etarras, siete de ellos condenados por asesinato. Será lo que quede en la memoria de la gente de uno y otro bando porque temas como las promesas de última hora de Sánchez para construir miles de viviendas o el debate sobre los efectos de la sequía con la polémica del Parque de Doñana como telón de fondo están llamadas a diluirse en la memoria.

Al igual que la "derogación del sánchismo" -se entiende que las leyes impulsadas por el Gobierno de coalición PSOE-Podemos-, compromiso asumido por el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Promesas todas ellas llamadas a optar a una segunda vida después del 28 de Mayo, cuando sin solución de continuidad se iniciará la campaña de cara a las elecciones generales a celebrar en diciembre.

El peso de las promesas y los reproches que tanto Sánchez como Feijóo han ido lanzando en los mítines han copado las informaciones en detrimento de las cuestiones planteadas por los candidatos locales que siendo los verdaderos protagonistas sin embargo se han visto relegados a papeles de teloneros. Es consecuencia inevitable de la polarización de la vida política española. El interés del PP pasa por convertir estos comicios en un plebiscito sobre la gobernación de Sánchez, no sobre logros o deméritos de los candidatos locales.

Mientras que a Sánchez lo que le conviene es intentar desmerecer la imagen de Núñez Feijóo como líder político nacional. Pero, todo esto y lo que pueda ser dicho en los mítines esta última semana, no parece que no vaya a modificar sustancialmente las tendencias de voto porque, como decía, el pescado ya está vendido.