José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Ahí te pudras

15/10/2019

Imagino que el colectivo de ingenuos que aún creen en las promesas políticas ha menguado tanto últimamente  que su proporción respecto a los escépticos, indignados y demás, es puramente simbólica y además están seriamente en peligro de extinción al menos en provincias como la de Soria. Las últimas propuestas de nuestro gobierno regional le están dando el tiro de gracia  a esta subespecie del ser humano y mucho me temo que ni Asden siquiera va a promover una campaña para evitar su desaparición. 
Con el ambiente aún caldeadito, tras las últimas movilizaciones de la España Vaciada, Igea I el Regenerador y los suyos en el ejecutivo regional, me refiero en este caso a la Consejera de Sanidad la doctora Verónica Casado, han tenido la genial ocurrencia de proponer una reordenación en este sector que nos ha dejado a todos con un gesto indefinible en la cara, a medio camino entre el estupor y el cabreo. Definitivamente nos consideran imbéciles. Si, a usted señora, a usted caballero, a mí y a todos los ciudadanos de Soria nos dijeran que, a partir de ahora sólo veremos al médico en la pantalla del ordenador y que nos atenderá, en los horarios establecidos una enfermera para las curas necesarias, nos pondríamos de uñas. ¿A que sí?. Pues por ahí van los tiros, porque cuando se habla de reordenar, estas cosas suenan a eufemismo, lo mismo que reconvertir un sector o reorganizar una plantilla. Nada bueno para la base. Y la base, en este caso es la población rural. Esa a la que todos le hacen la rosca en periodos electorales y le prometen medidas contra la despoblación y luego, con un par le chapan el consultorio.
Roza la estulticia la argumentación con la que la doctora Casado ha querido convencernos de que se trata de mejorar la asistencia, promoviendo centros agrupados en los que se comparta experiencia por los facultativos y que, con un buen sistema de cita previa las cosas pueden ir mejor. Ya sabe señor Ambrosio, debe usted prever cuando se va a poner malo y si le sobreviene el mal de sopetón se pone en el ordenador, conecta el Skype, y el doctor le atiende. ¡Ah!, ¿que no tiene ordenador, ni conexión a internet?. Vaya contratiempo, pues nada busque un vecino y que le lleve al centro agrupado ese.
Se ve que somos un poco tiquismiquis y no vemos más que los problemas, ni caemos en la cuenta de que, con esta reordenación los problemas iniciales que se puedan producir quedarán resueltos en pocos meses. Nadie querrá vivir en el pueblo y se buscará la vida donde sí le den servicios adecuados. Y el que se quede, peor para él. Ahí se pudra.