Laura Álvaro

Cariátide

Laura Álvaro

Profesora


Píntate el toto

08/04/2022

Cuando me planteo el momento de mi despertar feminista, y a pesar de que, como todos los grandes cambios, fue un proceso que se prolongó en el tiempo, sí recuerdo el descubrimiento de un hecho concreto como detonante. Tomar conciencia de la ablación genital femenina supuso tal horror para mí que necesité una transformación. No fue solo la violencia explícita de esta monstruosa práctica, fue también el perverso argumento que la sustenta: prohibir a las mujeres el placer sexual. Durante siglos, la creencia de que este era algo exclusivo de los hombres ha acompañado a las civilizaciones alrededor del mundo. Y, a pesar de que existe un pensamiento generalizado que asegura que la lucha feminista no tiene sentido porque ya vivimos en igualdad, seguir definiendo el deseo como algo exclusivamente masculino pone de manifiesto que todavía hay mucho camino que recorrer. A lo largo de todo este curso está teniendo lugar el II Ciclo de Encuentros para el Feminismo, ambicioso proyecto financiado por la Concejalía de Igualdad y Perspectiva de Género, y gestionado por dos jóvenes sorianas que, a pesar de que -como le sucede a un inmenso porcentaje de nuestra juventud- tuvieron que abandonar su ciudad natal para labrarse un futuro, han sido lo suficientemente valientes como para regresar, trayendo con ellas una iniciativa que nos está ofreciendo la posibilidad de escuchar a algunas de las voces más importantes del feminismo a nivel nacional. Y es, precisamente, uno de estos talleres el que ha sido objeto de polémica en la última semana. Como reza la descripción de la actividad (accesible en su página web: ciclofeminismo.soria.es, así como en sus redes sociales), el taller 'Píntate el Toto', impartido por Laura Martín, intenta arrojar luz sobre «la problemática que deriva de una falta de educación sexual feminista» procurando «revertir esta situación de una manera creativa, haciendo que el tema sea tratado en más círculos sociales y con la naturalidad que se merece».
Debe de ser esta naturalidad la que no ha resultado del gusto de todo el mundo, porque el taller en sí ha levantado un gran revuelo, siendo acusado incluso de «pervertir a las adolescentes sorianas». Yo, al leer estas críticas, me pregunto si todavía estamos en ese punto, en el que hablar de sexualidad genera, en el mejor de los casos, risas; en el peor, rechazo. Seguir negando que la sexualidad femenina ha estado -y, por lo visto, sigue- relegada a un segundo plano es no querer quitarse la venda de los ojos. No hace falta nada más que asomarse a un sinfín de producciones culturales mainstream de la más diversa índole para confirmarlo. Dice Ana Requena en su libro 'Feminismo Vibrante' que «necesitamos afianzar un relato feminista que nos permita combatir los estereotipos que aún nos lastran, reconstruir el deseo y la forma en que nos relacionamos, y conquistar el derecho al placer». Y en ello estábamos cuando toda esta controversia ha explotado; controversia que, afortunadamente, no ha sido capaz de acallar voces, sino todo lo contrario: ha servido de altavoz. Parafraseando otra vez a Requena, y contextualizando la cita en el actual panorama político de la Comunidad Autónoma, no se me ocurre mejor manera de cerrar este texto que con las siguientes palabras: «Frente al terror sexual, el feminismo poner sobre la mesa el deseo". Y es que, como reza la periodista, «si no hay placer, no es nuestra revolución».