José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Imitando al obispo Teodomiro

03/10/2022

No es, en principio, mala idea imitar o clonar las iniciativas que han resultado exitosas. Menos aun si mantienen su pujanza durante siglos. El caso del Camino de Santiago es asombroso y se lo debemos al ingenio de un tal Teodomiro, obispo en el reducto cristiano que aún no habían conquistado los musulmanes en el siglo IX. Seguro que a su ilustrísima no se le pasó por la cabeza, ni de lejos, que mil doscientos años después cientos de miles de personas, con fe o sin ella, recorrerían andando los viejos andurriales desde el imperio Carolingio, la Francia actual más o menos, para llegar a la tumba de un apóstol que sólo la Fe sustenta que pasara por Hispania. Teodomiro quería revitalizar y dar ánimos al cristianismo y se inventó el descubrimiento de los huesos de Santiago en un campus stelae, ahora Compostela, logró que Alfonso II, rey de Asturias construyera una iglesia y a partir de ahí se generó una ruta con flujos humanos de acá para allá de dimensiones desconocidas.
El caso es que, el turismo moderno, que inventa de todo para llenar de gente los hoteles y restaurantes y para entretener el ocio de los viajeros, también tiende plagiar el diseño jacobeo, a menudo, si no siempre, con escaso éxito. Un ejemplo palmario que nos afecta es la Ruta del Cid. Varias diputaciones dejan una parte de sus presupuestos en promoción y señalización de caminos, sendas y veredas por las que paso Rodrigo Díaz con sus huestes guerreras. Tenemos noticias de las reuniones, con aire de francachela de los presidentes provinciales, pero no estadísticas de cuántos son los que hacen el recorrido y que impacto económico dejan en cada territorio para hacer rentable el gasto que se genera. A veces tengo la impresión de que nos quejamos de la falta de recursos y con los pocos que tenemos no sabemos qué hacer. Aún recuerdo los esfuerzos para que Soria fuera incluida en otra ruta regional que nos excluía; el Camino de la lengua. Dando por supuesto que Castilla es la cuna del castellano, se pretende que la élite cultural del turismo patrio visite los lugares donde se hallaron los primeros escritos en aquello que se dio en llamar román paladino, o sea una de las versiones del latín mal hablado o vulgarizado que desembocó en muchas versiones y subversiones cada vez más veneradas en este país.
Resulta frustrante que se trabaje sobre estas cuestiones minoritarias cuando se ignoran los recursos históricos aporta, por ejemplo, Numancia y su resistencia a Roma. Definitivamente 'Dios da pan al que no tiene dientes' y mastica con las encías proyectos tan inútiles como los citados y docenas más que, cuando tenga hueco y tiempo citaré en esta misma columna.