Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Cada uno en su sitio

18/03/2020

A esta crisis sanitaria, global e inédita, le seguirá otra de enorme trascendencia para millones de familias como es la económica. Mejor dicho, ambas crisis van ya de la mano y amenazan con extender sus peligrosos efectos durante más tiempo del que pensamos. La pandemia nos ha puesto a todos, de un modo u otro, frente a un espejo en el que reflejarnos tanto de forma individual como colectiva. Individual, porque supone un examen de conciencia y de responsabilidad hacia los demás con nuestros propios comportamientos. Nunca hasta ahora, la actitud cabal de una persona ha sido tan importante e influyente para el conjunto de la sociedad. Y colectiva, porque los grandes retos, como el provocado por el Covid-19, no se superará si no estamos unidos y somos capaces a la vez de mostrarnos con fortaleza y ejemplaridad.

De todo lo que ha ocurrido desde que nos anticiparan el estado de alarma, la cordura de la población ha imperado sobremanera, dando una lección de solidaridad y de humanidad que va más allá de lo imaginable. Ahí está el ejemplo de la entrega voluntaria de material de protección sanitaria en las delegaciones de la Junta ante el llamamiento del Ejecutivo regional, el inmediato despliegue de la Unidad Militar de Emergencias como refuerzo en la imprescindible rectitud cívica, los aplausos espontáneos que cada noche rompen el silencio de las ciudades y pueblos para reconocer la labor del personal sanitario, la encomiable tarea de agricultores y ganaderos para que la industria agroalimentaria siga produciendo o la abnegada labor de quienes abren la persiana todos los días para que no nos falten los alimentos y los artículos de primera necesidad. Todos y cada uno de ellos merecen más que nunca ese aplauso permanente. Incluso también muchos de los responsables públicos que están al frente de sus áreas sin descanso para coordinar la lucha contra el virus.

Pero, permítanme que no me deje en el tintero alguna sinrazón e incoherencia de la que algún día habrá que pedir responsabilidades. No entiendo aún que el vicepresidente Pablo Iglesias rompiera su cuarentena mientras los demás tratamos de cumplir todas y cada una de las recomendaciones. No entiendo que la UE haya dado hasta ahora una imagen de desunión, con cada país tomando decisiones de manera unilateral. No entiendo que, salvo a unos cuantos privilegiados, no sea hasta el día de hoy cuando se vayan a practicar también las pruebas del coronavirus a las personas con síntomas leves o menos graves. Cierto es que el virus nos pone a cada uno en su sitio, pero a algunos políticos y responsables les debería poner en su casa.