Jesús de Lózar

Jesús de Lózar


Los besos

05/09/2020

A mi madre, Cruz de Grado, que cumple cien años este domingo 6 de septiembre. Mamá, un beso muy fuerte de toda tu familia de Soria.

No me refiero a la obra de Klimt, la de las laminillas de oro, sino a los nuestros, lo que no podemos hacer ahora. Solo besaba a mis padres, no a mis hermanos, cuando me iba interno a Burgos o a la Laboral de Alcalá y cuando regresaba a mi pueblo por vacaciones. Adusto. Más adelante, cuando me ennovié descubrí una familia de besucones, según llegaban o se despedían se besaban todos. Me acostumbré. No hablo del beso apasionado de los enamorados, que ese es otro cantar. Ahora me viene a la cabeza que a comienzos de los setenta un gris nos llamó la atención por besarnos en un banco de unos jardines en San Sebastián, debía de estar prohibido. No sé por la ley de Vagos y Maleantes o Peligrosidad y Rehabilitación Social. Las cosas han cambiado radicalmente en los últimos cincuenta años. Ahora, bueno, ahora no, antes de esta plaga bíblica, era normal besar en las mejillas a tus amigas. Con un hombre, no.  Le saludas estrechándole la mano y si hace mucho tiempo que no le has visto, hasta le puedes abrazar o palmearle efusivamente la espalda. Qué tiempos. Ahora, los codos y cuida.
Recuerdo especialmente un beso. No sé si fue antes o inmediatamente después de la campaña de las municipales de 2019. En la plaza del Salvador una mujer a la que acompaña su marido, se adelanta y de improviso me estampa un beso, sonoro. Totalmente desprevenido, le preguntó por qué. No la conocía de nada. Porque Ud. es el único que ha hablado del ruido. Pues sí, le contesto. Pero, dónde vive Ud., pensando que podía ser por la plaza de Toros, donde en determinados días y horas hay un ruido ensordecedor y conocía votantes. En El Collado, responde, no sé si enfrente o arriba del Lázaro. La comprendes perfectamente: al lado de la plaza roja y Herradores. Y te acordarás siempre de ella, de esa persona anónima, desconocida. Uno de esos momentos para estar contento.
No nos pueden arrebatar las caricias. Volverán los besos, los abrazos, los saludos.