Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Predicar con el ejemplo

05/11/2021

El patrimonio que tiene la Iglesia Católica es incalculable. Solo hay que darse una vuelta por iglesias, catedrales y ermitas para comprobarlo. Es una antigua reflexión, nada nuevo, pero de vez en cuando los expolios nos refrescan la memoria. Hace unas semanas se produjo un robo en la capilla del cementerio de El Burgo de Osma. Ha desaparecido un cuadro valorado en 30.000 euros. Desconozco quién es el autor del peritaje, aunque bien sabido es que cuantificar el arte en euros es todo un arte. Es preferible que la Iglesia se ahorre detalles como el valor de su patrimonio, porque nos pone en bandeja ese debate eterno sobre la incoherencia de que una institución supuestamente doblegada al voto de pobreza, mantenga semejante riqueza en todo el mundo. Nos piden una y otra vez la equis en la casilla de la declaración de la renta hasta con campañas publicitarias (no han concretado su coste como en el caso del cuadro robado, aunque la publicidad no es barata). Pasan el cestillo en misa. Claman a los cuatro vientos las obras de misericordia, los diez mandamientos de la Ley de Dios y los de la Santa Madre Iglesia. Y mientras, denuncian robos de cuadros valorados en 30.000 euros. Este doble discurso con el que la Iglesia hace trampas con las normas de su propio juego es como si una de las personas que guardan su turno en la cola del hambre tuviera colgado en el salón de su casa un Picasso, en la vitrina un huevo de Fabergé, en el joyero, el Diamante Hope y en el recibidor, una escultura de Rodin. 
La incoherencia llega a tal extremo que la propia Diócesis de Osma Soria reconoce que no puede mantener la multitud de templos de esta provincia mientras van desmoronándose año tras año, piedra a piedra. Y cuando expolian algún capitel o alguna puerta de cualquiera de esos edificios ruinosos, también lo denuncian, con todo su derecho, aunque es sorprendente cuando los tienen abandonados. Resulta llamativo que asuman el deterioro de ese patrimonio inmobiliario histórico, desmereciendo su valor artístico, mientras se custodia el mobiliario a capa y espada. 
Todo ello sin olvidar las inmatriculaciones que realizó la Iglesia Católica desde 1998 hasta 2015. Desde edificios históricos como la mezquita de Córdoba, la catedral de Sevilla hasta fincas, garajes y solares. Apropiarte de lo que no es tuyo, aunque la legislación te avale, tiene una palabra que lo define. Es curioso ese afán acumulativo en una institución que reivindica la pobreza y hace santos a los que se liberaron de sus riquezas. La vida está llena de paradojas. Se me ocurre que si recuperan el cuadro, lo vendan, lo donen o busquen la fórmula más adecuada para ayudar a quienes lo necesiten. Sería un primer gesto. Pueden seguir con el resto de propiedades. Hay que predicar con el ejemplo