Victoria Lafora

Victoria Lafora


Crujen las costuras

14/12/2019

Pese a que Pedro Sánchez ha convertido al PSOE en lo más parecido a una guardia pretoriana en torno al líder, las costuras del partido están empezando otra vez a crujir, ante los requiebros del PSC, con Iceta a la cabeza, a las exigencias de ERC.

Temen los "barones" socialistas, como Page o Lamban, que tanta concesión y halago acabe pasando factura a las siglas a nivel autonómico. Hasta ahora, habían sido las "viejas glorias" del partido las que alzaban la voz, criticando que la gobernabilidad del Estado se dejara en manos de una formación que, como dejó claro Junqueras en su entrevista esta semana, tiene como único objetivo la autodeterminación y la amnistía. Con el tono calmado que caracteriza al preso de LLedoners y la legitimidad que le otorga el estar preso por llevar sus principios hasta el final, sus palabras no dejan lugar a dudas: no están dispuestos a negociar mayores trasferencias ni mayor autonomía.

Por eso, el voluntarismo de Iceta defendiendo la "nación catalana" y su frase de "haremos todo lo que haga falta para que se logre un acuerdo con Esquerra", al tiempo que avala la creación de una mesa de negociación entre Gobierno y Generalitat, hace saltar las alarmas a un presidente de Castilla la Mancha que exige a los Reyes Magos que no le traigan vaselina.

Resulta llamativo el silencio sepulcral de Susana Díaz, habitualmente tan combativa y defensora acérrima del derecho de todos los españoles a decidir sobre el futuro del país en su conjunto. Lo que demostraría que solo los presidentes con mando en plaza tienen, en el PSOE de Pedro Sánchez, derecho a la discrepancia.

La tentación del presidente en funciones de ahondar la grieta que separa al independentismo catalán privilegiando a ERC y relegando a Quim Torra como segundo de la lista de los presidentes autonómicos en ser llamados a la cita, no tiene mucho futuro. Con unas elecciones catalanas en ciernes, Junqueras no puede dejar el banderín de la independencia en manos de Puigdemont. Así se da la paradoja de que, tras lamentarse semanas y semanas de que Sánchez no le cogía el teléfono, Torra desprecie ahora la invitación al encuentro que ha exigido en la mesa de negociación la delegación de Esquerra.

Por otro lado, y a pesar de las manifestaciones de optimismo sobre la marcha del acuerdo de investidura, en Moncloa empieza a cundir el nerviosismo y quieren cerrar cuanto antes la provisionalidad del Gobierno en funciones. Se están filtrando las fechas de veintisiete, veintiocho y treinta de diciembre como posibles para celebrar el pleno de investidura. Lo que no quieren, en ningún caso, es que se vaya más allá del día de Reyes.

Cuanto más se prolongue el secretismo de los pactos y la incertidumbre sobre el precio de los apoyos a Pedro Sánchez, más riesgo se corre de que aumenten las voces discrepantes dentro del PSOE, pese a la férrea disciplina impuesta desde la dirección.